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2 de septiembre de 2006

Asesinos no olvidados

Mi nombre es Na Balam Chan Chel, pero me conocen como Ah Na Itzá, así fue conocido mi padre y el padre de mi padre, y así será conocido mi hijo y así ha sido desde hace cientos de años. Huyo de los soldados, desde que el General Ríos tomo el poder vivimos tiempos inciertos. Nuestra aldea siempre se ha mantenido al margen de los gobiernos que han tomado el poder de Guatemala, pero se escuchan cosas…cosas horribles…de muerte y abuso, de asesinato sin razón…hace unos días lo oímos de una aldea cercana y ahora estoy corriendo por la selva en un intento de salvar mi vida sin saber por qué.

Intento llegar a mi hogar, a proteger a mi esposa y a mi joven Ah Cuat…no tardarán en llegar.

Estoy cerca, muy cerca, pero algo me tira al suelo y un fuerte dolor me atraviesa desde la espalda al abdomen…me sangra abundantemente…me levanto a duras penas pero sigo corriendo, al menos lo intento.

Veo la aldea, mi esposa y mi hijo están en la entrada, han escuchado revuelo y han salido a ver si me ha pasado algo…desde lejos les suplico que entren en casa, veo sus miradas asustadas al ver que llego con dificultad cubierto de sangre.

Dentro del hogar les exijo que entren rápidamente en el sótano subterráneo que se construyo para almacenar el grano, se accede por una trampilla en el suelo…quieren que entre, pero con una mirada comprenden que yo me tengo que quedar fuera, acaricio el pelo de mi pequeño y le digo que ahora tendrá que ser el hombre de la casa…que tiene que proteger a mama, con lagrimas en los ojos mi mujer me besa, una fugaz despedida…pero no hay tiempo, cierro la trampilla y coloco un sillón encima. Los soldado echan la puerta abajo, casi no me ha dado tiempo de ocultar el escondite…me miran…le dice uno a otro, déjalo, este ya esta muerto.

Todo alrededor se vuelve oscuro, ya solo puedo ver la luz entrando por la puerta de mi hogar y la silueta del soldado marchándose, pierdo la conciencia y solo me queda el consuelo de que mi familia tendrá una oportunidad…por lo menos hoy.


Epílogo.

Tras ser derrocado el general Fernando Romeo Lucas García, el general Horacio Egberto Maldonado Schaad y el coronel Francisco Luís Gordillo Martínez solicitaron a Efraín Ríos Montt que tomara el poder mientras este último explicaba pasajes de la Biblia en un iglesia, fue presidente de Guatemala de 1982 a 1983 derogando la Constitución guatemalteca e implantado un régimen militar.

Suya es la triste frase de que “el buen cristiano era aquél que se desenvolvía con la Biblia y con la metralleta” y su régimen dictatorial fue reconocido y aprobado por Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos en esos años.

Amparado por la idea de que si las guerrillas contaban con colaboradores indígenas, había que “matar a los indios” dado que éstos eran presuntos subversivos y durante la cruenta guerra civil que asoló Guatemala durante 36 años se estima que fueron asesinados más de 200.000 civiles la mayoría indígenas mayas por este razonamiento, su breve régimen militar fue uno de los periodos más cruentos de la citada guerra civil.

Jose Efraín Ríos Montt en 1982 y en la actualidad

Actualmente un juez español ha dictaminado el encarcelamiento de Jose Efraín Ríos Montt y se encuentra en Guatemala investigando el Genocidio que devastó este país desde 1978 a 1986.
Si se demuestra su culpabilidad, posiblemente estemos frente a uno de los mayores genocidas de los últimos cincuenta años junto a Slobodan Milošević.
Artículo relacionado El ángel de la muerte.

2 comentarios:

Mond dijo...

Se me hizo pasita el corazón. Es tristísimo saber que en tantos lugares del mundo pasa esto diariamente y nadie hace nada... ¡qué impotencia! Es por eso que me dedico a la educación, quizás tocando una que otra vida podamos dejar nuestro granito de arena para que ésto deje de suceder.

cuatropelos dijo...

¿Verdad que es triste? a saber cuantas barbaridades ocurren por ahí de las que no nos enteramos...solo de pensarlo me dan escalofrios.