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3 de diciembre de 2008

¿Qué te ha pasado Soledad?

Pues mira chica, ella fue la que me lo pidió y yo acepté, entonces un buen día me instalé en su casa. Al principio era divertido, era la mejor compañera de piso. Lo pasábamos bien juntas, sobre todo cuando nos visitaba su amiga Libertad. Sentía que juntas podíamos comernos el mundo.

Al cabo de un tiempo las cosas cambiaron. La rutina sin amor suele ser el móvil que asesina la convivencia y está llegó a un punto en el que ya no podía soportar más los caprichos de Angustias.

Creo que intentaba pasar el menor tiempo posible conmigo, después del trabajo quedaba con su amiga Esperanza y su hermana Virtudes en el pub del barrio con la confianza de encontrase allí con Consuelo y con Olvido, que aunque, según ella, eran buenas amigas y grandes consejeras, siempre la dejaban plantada. Todos los días faltaban a su cita e impulsada por ese acérrimo rechazo a volver a casa para no verme, siempre cerraba el bar con Dolores y Amargura, dos chicas que frecuentaban el pub y, aunque no le caían bien, llegaron a conocerse bastante. Tengo la certeza que esas dos “pájaras” tienen bastante culpa de todo.

Durante esos días eran frecuentes las visitas a casa de Amador y de Benigno, compañeros de trabajo de Esperanza, y, aunque con ellos pasaba un buen rato, doy fe, cuando se marchaban siempre se quejaba de que se tenía que quedar allí, en casa, conmigo, la siempre presente me decía. Ya no me aguantaba más pero tampoco le había dado un motivo justificado para echarme de su casa.

Una noche se presentaron en casa Esperanza y Felicidad, una antigua conocida y hermana de su otra amiga Consuelo. Bebieron, fumaron y rieron, mucho; tras dos botellas de vino una cosa llevó a la otra. Odio a esa Esperanza.

Pillé a Angustias en la cama retozando con Felicidad, me marché. Soledad no se queda donde no la quieren.


Moraleja.

Hay veces que sentimientos antagónicos se enfrentan para generar conflictos porque aunque nos sintamos libres por no tener ataduras asimismo no podemos evitar angustiarnos por el hecho de estar solos. Puede llegar a empujarnos a encontrar el olvido buscando el consuelo en la barra de un bar, pero esto solo consigue traernos amargos dolores de cabeza al día siguiente. Probablemente asumir y aceptar las consecuencias de nuestras decisiones nos facilita el camino hacia la felicidad, y, como suele ocurrir, cuando la felicidad se encuentra la soledad desaparece. Eso sí, aunque las cosas se pongan amargas hay que recurrir a la esperanza, que como buena amiga, es lo último que se pierde.

5 comentarios:

Belén dijo...

Me has recordado a los cuentos de Perroult, :)

Y si, hay que ser mas amiga de esperanza, pero a veces la jodía tiene demasiada vida social...:P

Besicos

Café con Agua dijo...

Jodón!!! Pero qué bueno! Es inevitable verse reflejado en ese texto, todoslos solitari@s vivimos historias así en muchos momentos...

Genial entrada pelúo xD.

Mixha Zizek dijo...

Buena historia cuatro pelos, teines toda la razón en tu relato mejor dar la vuelta y buscar la felicidad, un beso

Susana dijo...

creo que decidir es lo único que realmente poseemos, la capacidad de tomar un camino u otro, aunque las consecuencias no siempre sean el fruto que esperamos...me gustó el lio de nombres jejeej, por cierto como llevas el cambio de lock?

Nayuribe dijo...

De hecho en éste momento la esperanza es la que me mantiene en pie :)
Interesante historia