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10 de diciembre de 2006

¿Divino tesoro?

Érase una vez un niño ciego que un buen día al despertar se dio cuenta que podía ver. Entre la penumbra apenas podía distinguir los muebles de su habitación, pero algo desconocido para él se escurría entre las cortinas. Las descorrió tan rápidamente que el inmenso torrente de luz de la mañana le hizo dar un salto hacía atrás. Le resultó paradójico que el sol pudiera brillar tanto como para volverlo a cegar momentáneamente.
A los pocos segundos ya se había recuperado del súbito encontronazo lumínico y a su izquierda pudo contemplar como su hermano pequeño dormía en la cama que se ubicaba junto a la suya. En su universo nebuloso imaginaba la habitación más grande y espaciosa.
Se quedó un buen rato mirando la placidez que desprendía el bebé al dormir. Transmitía una paz que lo llenó de gozo, oía todas las noches su respiración, pero el semblante del niño era la expresión de la tranquilidad, el niño representaba algo parecido a la felicidad.
A continuación fue a la habitación de sus padres y allí pudo comprobar que su madre era tan bella como siempre había pensado, acarició su pelo con ternura y le dio un dulce beso. Su padre le confirmó por qué nunca le obedecían en sus intentos por imponer disciplina. Aunque nunca pudo verlo, su aspecto afable revelaba el motivo de sus infructuosas tentativas de imponer su criterio; cuando se enfada nadie lo tomaba en serio y al final acababan todos riendo.
La inquietud por la nueva situación lo llevo a la sala de estar. Durante un rato lo estuvo mirando todo y sin poder evitarlo terminó por encender el televisor. Necesitaba comprobar como eran esos dibujos animados que durante tantas horas sólo había escuchado concienzudamente.
Buscando a los héroes de sus series favoritas solo podía encontrar noticieros, en ellos vio sobrecogido una ciudad en un país de África en la que cientos de niños morían diariamente por culpa de las enfermedades y la falta de comida. Aterrado cambio de canal y vio como las bombas habían matado a decenas de personas en una guerra de un país que ni siquiera sabía que existía; mostraban imágenes de cadáveres mutilados y ríos de sangre calle abajo. Con lágrimas en los ojos contempló impotente como un huracán arrasaba comarcas enteras, matando a miles y dejando a tantas familias sin nada, perdiendo sus hogares y toda forma de subsistencia. Los medios de comunicación lo achacaban al cambio climático, estábamos destruyendo el planeta y no hacíamos nada por impedirlo.


Ya no podía soportarlo más y corrió a su habitación. Tumbado en la cama estuvo llorando sin cesar hasta que se durmió agotado.

- ¿Qué te ocurre cariño?, oyó la voz tranquilizadora de su madre.

Se incorporó y se dio cuenta que ya no podía ver, que todo había sido un sueño.

- Te he oído llorar amor, ¿acaso has tenido una pesadilla?, le preguntó su madre con cariño.

El niño ciego le contó a su madre entre sollozos lo que había soñado. Le narró lo de los niños enfermos con todo lujo de detalles. Le intentó explicar lo que había sentido al ver la sangre de los muertos que provocaba un ataque con misiles y con gestos intentó hacerla comprender como el viento y el agua hacía añicos las humildes casas de madera de una localidad costera caribeña.

- Siento mucho que hayas tenido esa pesadilla cariño, le dijo su madre melancólicamente.
- Pero, ¿es real lo que he soñado?, ¿es el mundo así de terrible?, le suplicó una respuesta.
- Si hijo, el mundo es así de aterrador, le contestó acariciándole la mejilla con ternura.
- Pues…yo si que lo lamento por vosotros, dijo el niño apesadumbrado.
- ¿Por qué amor?, le preguntó su madre.
- Porque yo ahora volveré a dormir y cuando despierte no recordaré este sueño tan sombrío. Al despertar los pobres volverán a ser personas que no tienen dinero para comprar las zapatillas deportivas de última moda o ese video juego que tanto anuncian por la tele. Las guerras volverán a ser batallas con espadas de madera en la que el ganador conquista una bandera situada en una colina, y la contaminación será unos señores gordos que fuman puros como en las tiras cómicas que me describe papá. El mundo volverá a ser como siempre me lo he imaginado, oscuro pero amable.

Su madre no pudo reprimir las lágrimas y entre sollozos le dio en la frente un dulce beso mientras lo abrazaba con fuerza.

- No te preocupes por mí mamá. Yo si que me preocupo por vosotros por poseer todo el tiempo del don que a mí me ha sido concedido por un instante. Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y, sinceramente, ahora me alegro de no poseer el sentido de la vista. Seguiré disfrutando de la música y del tacto de tu piel, mamá. Del dulce olor de mí pequeño hermanito y del maravilloso olor de tus galletas de chocolate, pero no echaré de menos poder ver.
- Lo lamento hijo.
- Yo si que lo siento mamá.


7 comentarios:

Mond dijo...

Yo siempre he dicho que la ignorancia es la madre de la felicidad... tristemente. Aunque ironicamente me dedico a tratar de que le gente sea cada dia menos ignorante...

cuatropelos dijo...

Supongo que si hacemos como los tres monos no ver, no oir y no hablar te hace relativamente feliz, pero pesándolo bien es un poco triste ¿verdad?...

No me ha pasado nada mond, lo que ocurre es que últimamente no tengo mucho tiempo, no puedo actualizar y lo que es aún peor, no puedo visitaros :·(

Parches y salud dijo...

Estoy de acuerdo contigo Cuatropelos, si ni vemos, ni oimos, ni hablamos solo somos humanos inanimados. Debemos expresar lo que sentimos o creemos para poder dejar que nuestras mentes sigan evolucionando. LAstima que la mayori a de las mentes sigan el camino menos apropiado...

PD: ¿El relato es tuyo? Es cojonudo. Muy bueno :D

Ruben dijo...

La inquietud del ser humano es la que hace que aunque no quieras, te enteres de lo inhumano que es para muchos la vida ... y eso reconfortara tu intelecto por haber conocido mas, pero entristecera tu alma ... terrible paradoja !!!

Susana dijo...

MARAVILLOSO, aunque me tienes aquí, llorando como una niña...besos malospelos jiji, su

cuatropelos dijo...

freshmaker el camino menos apropiado como tú dices es en realidad el camino más facil, como dice mond la ignoracia es la madre de la felicidad, aunque no hay que olvidar que también es el arma de los represores, un pueblo inculto no sabe que carece de libertad. En resumen, si nos esforzamos por desconocer lo que ocurre, nuestras conciencias nos dejaran tranquilos.

PD.: Una vez publicado el relato deja de pertenecerme, así que no es mío al menos en propiedad, es de aquel que lo quiera hacer suyo. Aparte de metafísicas, si yo soy el culpable, pero como el cartelito que ponen en los títulos de crédito de las peliculas "cualquier parecido con la realidad u otro relato de similares características es pura coincidencia..."

cuatropelos dijo...

ruben, en el conocimiento no todo pueden ser ventajas...supongo que los más favorecidos podríamos hacer algo más y cuando digo favorecidos me refiero a los que tenemos la tremenda suerte de poder comer todos los días, un techo en el que cobijarnos y una atención médica mas o menos decente, porque aunque no seamos ricos económicamente al menos podemos subsistir dignamente, desgraciadamente ha personas que no tienen esa suerte...

susana no te preocupes chiquilla, al menos tu familia y tú hacéis algo por hacer feliz a un niño en navidad con lo de pedir dos regalos y uno para el que no pueda tenerlo, me parece fantástico. Nosotros el año pasado dimos una bolsa grande llenas de juguetes a la iglesia de mí barrio...supongo que ellos saben mejor que yo quién los necesita. :·D