Intranscendencia
Llama poderosamente la atención la poca trascendencia, que se le da por los medios de comunicación, a algunas noticias que en principio deberían tener mayor relevancia. Grandes acontecimientos sin aparente interés mediático que solo gozan de escuetas reseñas en las publicaciones impresas. Eclipsadas por la última salida de tono de cualquier famosillo de turno y detallándolo para no peder detalles con grandes fotos a color, podemos encontrar en una esquinita del periódico que por ejemplo un equipo de científicos franceses devuelve la vista a siete perros ciegos. No hay un gran titular para que apreciemos como merece que el éxito de estos científicos supone una gran esperanza para miles de invidentes de todo el mundo que podrían recuperar la vista gracias a sus logros.
Hay otras noticias que en virtud del interés
general ni siquiera aparecen en los medios. Si bien interesa el que fallece tras realizarse una liposucción, nadie le presta atención a un suceso preocupante como el aumento en el número de adolescentes que se lanzan al vacío desde una azotea y acaban con sus vidas. Parece no importar que cada vez más jóvenes decidan suicidarse y que solo se conozcan los casos en los que éstos lo hacen de un modo inevitablemente público. Ni tan siquiera llegamos a enterarnos de los que deciden abandonar este mundo de forma discreta.
¿Por qué elige alguien con toda una vida por delante y grandes problemas aparentes lanzarse al vacío?
Personas con físico de adultos y mente de niños. Hormonas en ebullición para los que el más nimio de los problemas es literalmente el fin de su existencia.
Quizás es tarea de los adultos enseñarles que la vida es más sencilla de lo que ellos creen. Que un suspenso no es fin del mundo y que no han perdido al amor de su vida por un simple desamor adolescente. Deberíamos hacer que aprendan a reírse de lo que ellos piensan que es un enorme contratiempo, igual que nos reímos al recordar el trauma de romperse aquel juguete y de lo tristes que nos pusimos porque aquel niño de cinco años que creíamos que era nuestro amigo no nos saludó. Hacerles entender que los problemas presentes serán igual de frívolos que los de la niñez cuando transcurran algunos años. Convencerles de que la vida es bella si la dejamos transcurrir.
Alguien sabio me dijo una vez:
- Si un problema tiene solución para qué preocuparse y si no la tiene ¿por qué te preocupas?
Hay otras noticias que en virtud del interés

¿Por qué elige alguien con toda una vida por delante y grandes problemas aparentes lanzarse al vacío?
Personas con físico de adultos y mente de niños. Hormonas en ebullición para los que el más nimio de los problemas es literalmente el fin de su existencia.
Quizás es tarea de los adultos enseñarles que la vida es más sencilla de lo que ellos creen. Que un suspenso no es fin del mundo y que no han perdido al amor de su vida por un simple desamor adolescente. Deberíamos hacer que aprendan a reírse de lo que ellos piensan que es un enorme contratiempo, igual que nos reímos al recordar el trauma de romperse aquel juguete y de lo tristes que nos pusimos porque aquel niño de cinco años que creíamos que era nuestro amigo no nos saludó. Hacerles entender que los problemas presentes serán igual de frívolos que los de la niñez cuando transcurran algunos años. Convencerles de que la vida es bella si la dejamos transcurrir.
Alguien sabio me dijo una vez:
- Si un problema tiene solución para qué preocuparse y si no la tiene ¿por qué te preocupas?