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13 de octubre de 2006

Vida perra

El grado de sonrojo es directamente proporcional a la circunstancia vergonzante multiplicada al número de gente que te está mirando. Incluso el más desinhibido e insolente no puede evitar avergonzarse al tropezar con un escalón y caer, agacharse y que se rompa la costura el pantalón, o lo que es aún peor, tirarse involuntariamente una soberbia ventosidad mientras eres observado por varias personas. Si en un bosque cae un árbol y no hay nadie para comprobarlo ¿hará ruido al caer? En este caso si podríamos responder que no hay rubor sino hay nadie ante quien ruborizarse.

Una situación embarazosa aunque no mire nadie es que te acompañe un perro vagabundo cuando caminamos por la calle. Se mezclan la compasión y la culpabilidad, un quiero y no puedo, nos gustaría ayudarlo de algún modo pero lo que realmente deseamos es que tome otro camino y deje de seguirnos. Pues paseando una bonita y otoñal tarde de viernes, un chucho negro con una mancha blanca en el ojo empezó a acompañarme. Mirar a un perro callejero a los ojos es el primer síntoma de debilidad que ellos utilizan como arma para poder seguir acosándote. Usan la piedad para perseguirte incesantemente hasta conseguir lo que desean, que les digas algo. En ese momento ya estamos perdidos, raudamente se acercan con talante cariñosos y animo juguetón. La entereza comienza a disiparse, y con más lástima que sentido común, consiguen que los adoptes; en esto los cachorritos son auténticos maestros.

Conocedor de sus ardides me limitaba a seguir caminando sin prestarle atención. Pasados cinco minutos no puede evitar parar e increparle que se fuera,

- Vete hombre. ¡Plas, Plas!, di dos palmadas con la intención de que el ruido lo espantara.

- ¡Eh amigo, tampoco hay que ser borde!, me dijo reprochando mi actitud.


Había hablado, un perro me ha increpado que lo instara a marcharse y no sabía si salir corriendo o desmayarme allí mismo.

- Co…¿Cómo?, no se ni como me atreví a preguntarle.
- ¡Que no tenias que ser antipático!, acaso te he hecho algo para que me trates así.
- Pe…perdón, yo solo quería que dejaras de seguirme, se contesté avergonzado.
- Y que te crees que yo no estaba deseando perderte de vista a ti o qué.
- Entonces ¿Qué hacías persiguiéndome?
- Mira, ¿ves a aquel jodido tipo? Es de la jodida sociedad protectora de animales.
- ¿Y?, le pregunte extrañado.
- Tío, acaso no sabes que si te trincan y nadie te reclama te dan pasaporte. Pegándome a ti ese bastado piensa que eres mi dueño y me deja en paz, me explicó convincentemente.
- Claro, en ese caso, le dije aprobando su justificación.
- Oye, ¿por qué hablas en “americano”?, vamos, como hablan los actores de las películas americanas tras el doblaje.

En los films cuando el protagonista acusado injustamente o el malo va huyendo de la policía y tira al suelo al típico señor con la compra en bolsas de papel con una barra de pan sobresaliendo, no se levanta y le dice “Eh amigo, mire por donde camina”. Cuando doblan las películas, los personajes no hablan de forma natural.

- ¿Por qué hablo como en las películas?, no se, es tú fantasía, los perros no hablan, me señaló con tono irónicamente desdeñoso.
- Pero yo te estoy entendiendo, le contesté estupefacto.
- Más atónito me he quedado yo, eres el primer puto humano que me contesta, me dijo con cierto desdén.

Después de un breve pero incómodo silencio le invité a que siguiera conmigo hasta que perdiéramos de vista al de la perrera y el aceptó encantado.

Había llegado ya mi portal,

- Bueno, yo me quedo aquí, le dije, creo ese tío no nos ha seguido.
- Si colega, lo has espantando, contestó socarronamente.
- Pues nada, hasta luego.

Abrí la puerta y el perro hizo el ademán de querer entrar al vestíbulo del edificio. No hice nada por impedirlo pero no pude evitar un gesto confuso.

- Que no tío, que es broma, que no voy a tu casa, se jactó con una mueca burlona.
- Si quieres, puedes subir un rato, le dije tímidamente.
- ¡Ni de coña! Una vez tuve amo y me escapé, soy libre y siempre encuentro a algún pardillo compasivo como tú que me de algo de comer; se cuidarme bien. A ver si te vas a encariñar y no me quieras dejar marchar.
- Bueno, bueno... le contesté, por cierto ¿Cómo te llamas?, le pregunté.
- Mira, los perros en realidad no tenemos nombre, nos reconocemos por el olor. Para nosotros eso del nombre nos resulta demasiado abstracto, me explico elocuentemente. Ponme el nombre que te salga de las narices, ah, y una cosa, ¿qué pretendías con las palmitas? ¿Asustarme?

Se giró y se marcho. Desde entonces no lo he vuelto a ver, espero que no le haya pasado nada. A veces estoy tentado a ir a la sociedad protectora de animales por si lo tienen allí, pero tengo la certeza que no lo han atrapado. Es un can con recursos.

Seguro que “Insolente” anda por ahí disfrutando de su perra vida.

10 de octubre de 2006

Despertares sexuales

Uno de los momentos más significativos del camino hacia la adolescencia es justo cuando, desde nuestro punto de vista, el género contrario deja de ser el acérrimo enemigo y se convierten en el oscuro objeto del deseo; ignorarse mutuamente se transforma en miradas confidentes y las exclamaciones despectivas ahora son tímidos susurros ruborizados. Eso de los niños con los niños y las niñas con las niñas se convierte en una absoluta sandez, y como en aquella vieja canción, los niños con las niñas deben de estar.

Hasta hace no tantos años, el erotismo siempre fue un tema tabú, la madurez sexual se alcanzaba paso a paso; se subía a una escalera en la que la cima era la relación sexual plena y cada escalón era hasta donde se había querido o podido llegar en ese momento. Para una pareja de donceles de 15 años, darse un beso con lengua y tocarse por encima de la ropa eran palabras mayores. De sexualidad se hablaba bajito y era tan misteriosa como anhelada, el desnudo no formaba parte de la naturaleza del ser humano, era sinónimo exclusivo de sentimientos lujuriosos. La sociedad no había evolucionado para convertir a la sexualidad en lo que realmente es, un acto tan natural como primitivo, el dispositivo de la reproducción; algo tan bonito como el mecanismo de creación de una nueva vida.

Pero en vista del tratamiento que por los medios de comunicación se viene ofreciendo estos últimos años con respecto al recientemente clausurado Festival Internacional de Cine Erótico de Barcelona, te vas dando cuenta que el sexo cada vez está mas socializado. Ya nadie se escandaliza de la pornografía y cada nueva edición del certamen los informativos y magazines dan un pasito más y se muestran imágenes cada vez más explícitas del evento. Los canales de televisión de difusión pública van subiendo gradualmente el tono de sus contenidos nocturnos y un canal se ha atrevido a emitir series hentai en fin de semana.



Algo que me ha llamado siempre la atención ha sido la permisividad a que los menores puedan contemplan violencia en contraposición a la censura impuesta al respecto en el caso del sexo. En cine y televisión es lícito que un niño vea como mueren personas a tiros en una película, pero en cambio se les manda a la cama cuando los protagonistas se quitan la ropa y se meten en la cama. Probablemente en el futuro, si la sociedad no cambia, tendré esa misma flexibilidad con la violencia en detrimento del sexo, pero visto de forma objetiva sería más lógico lo contrario, la sexualidad forma parte de nuestra naturaleza vital y aunque desgraciadamente la violencia también está presente en nuestro entorno, no es en absoluto positiva. Personalmente me resulta curioso que los niños puedan ver crímenes y asesinatos y no se les promueva a acariciarse, besarse y amarse.

Y es que los niños de ahora, probablemente gracias a internet, tienen la pornografía al alcance de la mano; para los adolescentes el sexo ya no es ningún secreto y están habituados a ella. El lado positivo; posiblemente se conviertan en adultos que no tengan que arrastrar este lastre cultural y cuenten con una mente más abierta en ese sentido. El lado negativo; pueden crecer con un concepto de sexualidad engañosa, la pornografía no es natural, el sexo en el mundo real no es así.

Las películas porno, dedicadas casi en exclusiva al varón heterosexual, muestran el sexo complaciendo la fantasía de los hombres, de cómo les gustaría que fueran sus encuentros carnales, y en la mayoría de las ocasiones la mujer es tratada como un objeto dedicado al placer del macho de turno sin preocuparse de su propia satisfacción. En la realidad es un acto en el que deben disfrutar todos sus participantes, o al menos intentarlo, en el que prima la ternura y el respeto, algo bastante impropio de dicho género cinematográfico.

Pero como contrapunto a esta cotidianidad, ellos ya conocen el sexo y lo practican. La edad media en la que estos jóvenes tienen sus primeras relaciones sexuales baja cada vez más aprisa; el número de abortos practicados a menores se ha duplicado, y por lógica, el número de niños nacidos de madres adolescentes también habrá aumentado. Se les está continuamente informando de la necesidad de la utilización de medios anticonceptivos y se les regala preservativos. En mí humilde opinión es de gran desfachatez alegar ignorancia ante un embarazo no deseado, o frente a una enfermedad venérea, dado la cantidad de información de la que se dispone.

Entonces, ¿Dónde reside el problema? Es bien cierto que la insensatez y la temeridad son uno de los caracteres que identifican a la juventud ¿será cierto que los adolescentes no son lo suficiente maduros para disfrutar de la sexualidad con un mínimo de sentido común?¿De qué modo se orienta a los jóvenes hacia una sexualidad responsable?...vaya dilema.
Imagen vía 20 minutos.

9 de octubre de 2006

Meme-canciones

Aunque tarde, a continuación y sin que sirva de precedente, Meme Canciones atendiendo a la amable invitación, o nominación del señor saltasetas.

Cuestionario hecho por: cuatropelos
"Nominad@" por: saltasetas
Banda o grupo elegido: A Perfect Circle
¿Eres hombre o mujer?: Pet
Descríbete: Imagine
¿Qué sienten las personas acerca de ti?: Gimme, gimme, gimme
¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental?: Counting bodies like sheep to the rhythm of the war drums
Describe tu actual relación con tu novi@ o pretendiente: Sleeping Beauty
¿Dónde quisieras estar ahora?: Freedom of choice
¿Cómo eres respecto al amor?: Peace, love and understanding
¿Cómo es tu vida?: Passive
¿Qué pedirías si tuvieras un sólo deseo?: 3 libras
Escribe una cita o frase sabia: Thinking of you
Ahora despídete: lets have a war

Nomino a:

A todo aquel que se le apetezca y quiera hacerlo.

5 de octubre de 2006

El coleccionista de recuerdos

En una caja se pueden guardar multitud de objetos. Dependiendo del tamaño podemos poner zapatos, las de mayor tamaño las podemos utilizar para alguna que otra cosa vieja a modo de improvisado trastero. Pero una simple caja puede ser el recipiente perfecto para almacenar una vida. El recipiente donde archivar las reliquias de nuestras experiencias, el fetichismo a nuestra memoria.

En una caja podemos almacenar las experiencias más simples, las vivencias más banales, los souvenirs de los pequeños detalles que acontecen a lo largo de nuestro libro de historia personal.


En ese cofre se guardan las viejas fotos con viejos amigos, nuestra la primera nómina o aquellas cartas furtivas al amor prohibido. La cuenta de aquel restaurante o el folleto informativo del parque de atracciones en el que tanto nos divertimos aquél día festivo. El arca sagrada donde guardar las alegrías y las penas, aderezadas con una pizca de nostalgia.

A veces, cuando abro mi caja con la firme intención de tirar lo que de hecho es inservible, me doy cuenta que cada objeto me trae a la memoria momentos que no deben ser olvidados. Mi recopilación de recuerdos no es solo mi crónica, sino también la de todos los que conforman mi entorno observados desde mi humilde punto de vista.

Pensarán que tener una caja llena de objetos inútiles es una pérdida de tiempo, que esos sentimientos se guardan mejor en la memoria y en el corazón. Pero algún día la senilidad o ese maldito alemán que todo lo esconde, puede conseguir hacernos olvidar a los nuestros e incluso lograr que no sepamos quienes somos, y para cuando llegue ese momento, espero que mis seres queridos me muestren mi Colección de Recuerdos y, que al menos por un momento, pueda volver a ser quién soy y recordar quién fui.