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2 de octubre de 2008

Historias del grano de arena. # 16. ¡Virus!

Algunos científicos afirman que lo más probable es que al ser humano no le de tiempo de destrozar la Tierra. Apuntan a que tarde o temprano seremos diezmados por alguna enfermedad mortal que acabará con nosotros antes de aprender como curarla. La humanidad tendrá que empezar de nuevo, al más puro estilo de los relatos apocalípticos, y solo los más fuertes se salvarán para emprender la aventura de crear un mundo nuevo.

Mientras tanto convivimos con multitud de epidemias mas o menos graves, en la mayoría de los casos “molesta”, y, de eso trata la historia del grano de arena, de un malicioso virus que trae en jaque a ciertos núcleos con consecuencias realmente desagradables.

Y en esas andaba este humilde cuatropelos. En una obligada visita al médico por una dolencia gastrointestinal, de carácter aparentemente vírico, esperaba mi turno en la sala de espera. La mayoría de los que allí aguardaban sufrían síntomas similares. Entre estas personas, un abuelo y su nieta, esperaban pacientes para que el doctor viera al primero. El pobre señor había amanecido vomitando y con una colitis de relevancia; su nieta de unos doce años, a esas edades cualquier excusa es buena para no ir al colegio, acompañaba a su pobre abuelo dado que consideraba que a sus años no debía ir solo al médico.

El abuelo contaba batallitas mientras la muchacha miraba al techo del consultorio con la mirada dispersa y sin prestar mucha atención:

- Pues mira hija, está todo el mundo igual. Mi amigo Paco dice que es culpa de los inmigrantes, que nos traen sus enfermedades, y yo le digo: ¿tú conoces a algún negro?, no verdad, entonces como te van pegar las “cagaleras”. Vamos, yo creo que es al revés, si alguien tiene que contagiarse son ellos…¿no ves que nosotros somos más? –el abuelo hablaba sin parar mientras la nieta asentía ausente-. Pues mira hija…

- Abuelo…-interrumpió la chica con cara de incredulidad- ¿Se te ha escapado un pedo?

- No hija, no se me ha escapado. Me lo he tirado a conciencia. ¿no ves que en mi estado si me lo aguanto puedo hasta morirme?

- Ya te vale – respondió la nieta medio indignada-

- Pues mira hija –continuaba el abuelo con su alocución- , yo creo que cualquier día de estos nos vamos a ir todos a tomar por saco. Va a venir un virus mortal y va a acabar con todos. ¿cómo se llama eso?...Para...

- Pandemia abuelo, pandemia –corrigió la nieta con la actitud de los jóvenes frente a los mayores cuando piensan que éstos no se enteran de nada-.

- Eso, pandemia. Pues va a venir una pandemia de esas que nos va dar matarile…

- Abuelo…¿Otra vez? Córtate un poquito.

- Lo siento hija, es que no puedo evitarlo ¿sabes? Aguantarlo no es sano en mi situación –justificaba el abuelo-.

Cuando aún no había terminado de disculparse el abuelo, repentinamente levantó ligeramente la nalga derecha y dispuso un gesto de empujar arrugando el entrecejo.

- Este ha sido bueno -dijo el abuelo-, de los prolongados que no suenan pero que alivian una barbaridad

- Abuelo…creo que voy a vomitar –respondió la nieta con cara de repugnancia-.

- ¡Ay hija mía! …pobrecita...ya has cogido el virus.

3 comentarios:

Mond dijo...

¡Pobre abuelo! ¡Pobre nieta! ¡Pobres pacientes alrededor de ellos! Digo, si no tienen el olfato sensible creo que hasta se divirtieron. Pandemia o no, mejor vivamos el hoy y riámonos de los pedos del abuelo.

Paralelos dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
cuatropelos dijo...

Es que los abuelos son increibles. Tienen esa facilidad para anular reparos y la libertad moral de hacer lo que les da la gana solo por el hecho de ser mayores. Son entrañables, pero a veces se pasan. X·D

Saludos Mond.