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25 de septiembre de 2008

Pluralidad laboral

Érase una vez un desempleado a jornada completa que percibía un subsidio de jornada reducida. El malestar que supone un "de ocho a doce" como horario de tan desacomodado quehacer, lo suplía aliviándose del martirio del mullido colchón de su alcoba a las doce y cuarto del mediodía. Disfrutaba de un merecido descanso hasta las cuatro de la tarde, momento en el que tras copioso ágape, se arrastraba hacía el sofá con la pereza implícita que impone la obligación de la labor después de la comida.

Supone un gran alborozo el fin de la jornada laboral. Fin de la siesta y comienzo de las festividades. Con la premura de un tiempo limitado, se obvia la higiene para estar a tiempo en el bar. Siempre es justificada la evasión para disipar al fantasma del estrés. Nunca hay suficiente cerveza fría que alivie su ansiedad. La vida es dura y aún lo es más cuando cierra el bar.

La noche es más breve si el trabajo nos aguarda en la mañana. Pero hoy es un día distinto. Solicita reglamentariamente y por convenio sindical uno de los “días de asuntos propios” que el derecho le asiste. Debe acudir con premura a la oficina de empleo.

La perpetuamente enfurruñada funcionaria le comunica sin ninguna pesadumbre que es tarde, tres días tarde. Hay que personarse en fecha y hora indicada; usted no lo ha hecho. Fin del subsidio.

Se acabó su pesadilla diaria. Se finiquitó el malestar lumbar provocado por aquel maldito muelle del colchón. Empezaba una vida nueva. Pero aún así, persistía la decepción y la inquietud por una labor truncada de forma involuntaria y prematura. Y es que la maldad demoniaca nos aguarda en cualquier instancia. La perversidad de un empleado del estado que no quiso atender las insistentes suplicas. No quiso comprender, demostrando que, aunque recóndito, tenía corazoncito, y olvidar que no pudo presentarse a tiempo porque que tenía tantas cosas por hacer…y tan poco tiempo.

Que injusta es la existencia de los inocentes.

4 comentarios:

Mond dijo...

Pobre inocente. Tantas cosas en su pobre cabeza y en su pobre corazón no le permiten vivir feliz. Injusto, ya lo has dicho tú.

Texto perfecto para mi siguiente clase de redacción. Lo tomaré "prestado" si no te importa.

:)

cuatropelos dijo...

Aquí nada es de nadie. Puede usted coger lo quiera sin permiso :·)

Anónimo dijo...

Me encanta el diseño de tu blog... es tan confortable.

:)

www.cosasquehacenPOP.com

cuatropelos dijo...

Gracias davidl. Además, si lo lees creo que también te quedas dormido. X·D

Gracias por comentar y bienvenido.