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11 de septiembre de 2006

La Batalla de Tolomeo

Tolomeo es un hombre fiel a las tradiciones, amante de la rectitud y la disciplina. Es un señor comprometido y diligente, fue el hombre más feliz del mundo cuando el voto unánime de sus vecinos lo nombró presidente de la comunidad.

Tolomeo no pasa por alto bajo ningún concepto el cumplimiento de sus costumbres, aunque ya se jubiló, hace cuarenta años que se levanta a las seis de la mañana, se viste y saca al perro a pasear, toma café en el bar de abajo y entre sorbo y sorbo discute con el camarero las noticias del periódico según corresponda ya sea deportes, política o sociedad, siempre hay algo de provoca el malestar de Tolomeo.

En la improvisada reunión diaria de la entrada del portal, Tolomeo le expone sus desazones a sus convecinos sobre el cuanto me indigna esto y sobre el que nadie hace nada por remediar aquello, mientras tanto sus contertulios no dejan aseveran con gesto de aprobación; pero si hay algo que no le gusta a Tolomeo es que en “su” edificio haya oficinas, ¡en las oficinas solo hay extraños que hacen que vengan a mi casa más extraños!, farfulla siempre que puede. Atento a la conversación Tolomeo no deja de vigilar a su graciosa mascota que juega abstraída con otros perritos en la acera y en el jardín que se haya frente a la entrada.

Tolomeo no duda en preguntar dónde se dirige a todo el que entra en el edificio y en ocasiones los acompaña para comprobar si es cierto. Tolomeo roba los ceniceros que los usuarios colocan para evitar ensuciar pero no duda en increpar a cualquiera que este fumándose un pitillo en la puerta mientras su simpático chucho hace sus deposiciones en esa misma acera, le insta a que no se le ocurra tirar el cigarrillo en su suelo, señala enérgicamente que su hogar no es ningún fumadero y su perrito blanco levanta la patita y hace pis en el escalón de la entrada al portal. Ante la incredulidad del reprendido, Tolomeo se marcha frotándose las manos como señal de una labor bien realizada, se retira diligente con la placidez del deber cumplido, dejando allí las necesidades de su querido blanquito.


Tolomeo escribe cartas en los periódicos locales quejándose de que la gente tira papeles y colillas, se lamenta de que nadie arregle esa baldosa suelta o el bordillo de aquel alcorque donde su blanquito “to” lo meo y “to” lo cago. Se subleva porque los demás no llevamos como emblema la integridad de la que él hace gala, pero no se le ocurre recoger de la acera esas caquitas que todos pisamos alguna vez cuando su chucho evacua, ni de evitar que orine en las farolas, en las ruedas de los coches que terminan oxidándose y estropeándose. No repara en lo desagradable que puede llegar a ser quitarle el candado a una motocicleta y mancharse las manos de orina de perro.

A Tolomeo le molesta que ensucien su calle pero disimula y agacha la cabeza cuando su chucho hace sus necesidades.

En verano, después de regar el jardín de su edificio y remojar la gran cantidad de excrementos que allí se acumulan, el sol que nos alumbra, multiplica el olor a descomposición de los desperdicios de blanquito y sus amigos, también vecinos, pero a ellos eso no les fastidia y el resto tenemos que aguantar los aires de grandeza de su comunidad, sin olvidar los desaires y arengas de Tolomeo. ¡Os queréis ir a la mierda!...pero eso sí, a la de vuestro perro que ya se vé que estáis acostumbrados.

7 comentarios:

Ruben dijo...

Buen articulo.

Todos conocemos a algunos de estos personajes. Rectos, criticos con los demas y no saben ver sus propios defectos.

Lo curioso es el mecanismo psicologico del resto de los mortales que al sentirse culpables de las cosas que este tipo de gente achaca, no son capaces de replicarles incluso hasta con sus propios argumentos.

cuatropelos dijo...

Tienes toda la razón ruben...y es curioso que cuando tienes un percance con gente de este tipo y se lo estas contando a álguien, te quejas enumerando todos los argumentos que tendrías que haberle reprochado al individu@...pero ya es tarde...yo es que me quedo cortado cuando me regañan para qué nos vamos a engañar.

Mond dijo...

"Nunca falta alguien así"... así se llamaba la sección de algún artículo o revista que leía hace años, no recuerdo bien en dónde; sin embargo, trataban de hacer una sátira a lo que tú ilustras en tu tan bien articulado post...

cuatropelos dijo...

Y además abundan mond, podría haber tomado como modelo a algún que otro vecin@ de mi edificio...tenemos a uno que hizo reforma en su casa (una reforma que por cierto teniamos que hacer todas las viviendas y la suya fué la primera)... y no paso nada, hacer obras molesta...pero bueno ya terminará, hoy por tí mañana por mí. Cuando acabó su reforma le tocó al resto...el muy hijo de "pip" (censurado) se dedicó a incordiar a los obreros y a los propietaros...que si hacian mucho ruido, que si manchaban mucho, que si iba a llamar a la policia, vamos un desastre...nos hizo la vida imposible mientras duraron las reformas...cuando ellos manchan y hacen ruido no pasa nada...situaciones que genera la convivencia en comunidad, pero si lo hacemos los demás ¿eh?

Anónimo dijo...

Creo que al Sr. Tolomeo lo conozco bien, si le pones traje y corbata, y lo adornas con una jeta muy dura, que siempre andan reprochandonos de los males de la sociedad, pero que nunca miran atras para ver la mierda que van dejando

Anónimo dijo...

En mi anterior comentario falta lo siguiente: "es cualquiera de nuestros políticos" entre las palabras dura y que. Lo siento por las prisas

cuatropelos dijo...

Pero eso ya se sabe...la culpa es siempre del que se ha ido...disculpe ciudadano, es que el pais ya me lo encontre así...