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21 de julio de 2006

Historias del grano de arena. # 1. Mundo al revés.

A lo largo de nuestra existencia concurren situaciones, que aunque insignificantes, determinan un antes y un después en el modo de ver la vida e incluso en la forma de vivirla. Experiencias que nos abren los ojos y modifican nuestras costumbres, y, aporta una visión ajena apoyada por el paso del tiempo y observándolas en otros, aseveran que hicimos lo correcto.

En los humanos, como con el buen vino, la madurez es producto de los años, pero al contrario que el rojo elixir, las vivencias pueden acelerar el proceso adquiriendo hábitos adultos, y en ocasiones antes de lo debido.

El relato que paso a narrarles es una mezcla de experiencia paranormal y revelación de una triste realidad que me resultaba tan ajena, que hasta que no choque de bruces con ella era incapaz de verla.

En una calurosa noche de verano volvía a casa caminando de la zona de bares sin mas compañía que sonido de mis pasos en el silencio de la noche…serían las seis y pico de la madrugada del sábado, aunque con mas propiedad podríamos señalar que era el domingo muy tempranito…

Venía de dar una vuelta, que es una manera “amable” de decir que regresaba de ponerme de cerveza hasta las orejas y “echar” unas charlas con los amigos, pero por alguna circunstancia que no alcanzo a recordar, se marcharon todos y me quedé solo…seguramente, por una extraña razón pensé que iba a ligar…que iluso.

Para el retorno, de unos dos kilómetros aproximadamente, contaba con dos alternativas: a) calles principales iluminadas, el camino más largo, o b) Oscuras y estrechas callejuelas, el camino más corto. En un prodigio de sentido común elegí la opción b) los tétricos y aún más solitarios callejones. Esta zona de la ciudad dentro del Centro, se caracteriza por edificios de mas de cincuenta años, construcciones en muchos casos en semi-ruina o ruina, intercalándose entre unos y otros, inmuebles de reciente construcción. Cuando atravesaba una de estas calles, a la altura de la entrada a un garaje en uno de estos nuevos edificios, rompiendo la oscuridad, la luz de una llama de mechero me permitió ver al final de rampa de acceso al sótano de aparcamientos a una figura, la de un drogadicto consumiendo su dosis, fumándose lo que aquí llamamos un “chiné”, esto consiste en colocar la heroína en un trozo de papel de aluminio con unas gotas de agua, con un encendedor se calienta la mezcla a través de dicho aluminio y el humo procedente de la evaporación del agua se inhala por medio de un canutillo realizado con otra lámina del mencionado papel.

Continué caminando como si tal cosa intentando aparentar que no me había dado cuenta…pero cuando llevaba avanzado unos pasos, una voz requería mi atención…¡Eh chaval! ¡Espera un momento, no te vayas!...un fuerte pellizco se me metió en el estómago, desconozco el motivo por el que no salí corriendo, pero tenía la total certeza de que iba a pasar un mal rato. Recuerdo perfectamente que un minuto antes estaba “perjudicado” debido a la ingesta de tanta cerveza y ahora estaba completamente sereno.
Era un muchacho mas o menos de mi edad y extremadamente desaliñado, me llamó la atención el hecho de que tenía la nariz…en concreto…muy sucia…¿sabes donde hay una pensión por aquí?...me preguntó mirando a los lados con ojos aviesos…¿Una pensión?...le dije yo…ciertamente por el acento no parecía de aquí…Pues…, la verdad que por estas calles…no conozco ninguna…¿Y mas o menos cerca?. A unos quinientos metros por aquella zona, le indiqué la dirección con el dedo.
Pues tiraré por allí…gracias chaval, toma, para que te tomes un café…Estiró su brazo y puso un €uro en la palma de mi mano, dio media vuelta y se marcho siguiendo el camino que yo le había señalado.

Por unos instantes me quede quieto, de manera intermitente observaba incrédulo la moneda y miraba como desaparecía aquella figura en la oscuridad de la noche. Finalmente después de un momento de confusión, proseguí la vuelta al hogar.

Durante todo el trayecto estuve dándole vueltas a la cabeza por lo ocurrido, entre otras cosas me di cuenta de que tenía la nariz manchada por el humo negro de la combustión del papel de aluminio después de muchos usos. El €uro lo guarde con cariño durante mucho tiempo hasta que desapareció en extrañas circunstancias. Pero lo más importante fue el abrir lo ojos y descubrir que la forma que tenía de divertirme hasta el momento, me estaba convirtiendo en un decadente engendro nocturno. Por supuesto que seguí saliendo…y tomando cerveza…pero en unos márgenes alejados de la degeneración…no me he vuelto a ver solo a altas horas de la madrugada, habiéndome gastado todo el dinero y en un estado lamentable…, al muchacho no lo he vuelto a ver, pero estoy seguro de que en aquel momento se compadeció de mí…al verme como un igual…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Al final te esta saliento un bonito blog.

Anónimo dijo...

Gracias tronco, no esperaba menos de ti.:-D