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27 de noviembre de 2008

El inevitable trabajo en la sombra

La experiencia me ha enseñado, y vamos camino de tres añitos -incluyendo el lapsus-, que en esto de las bitácoras el tiempo empleado a la hora de hacer cualquier cosa es directamente proporcional a la torpeza del que las ejecuta. Y, aunque la pereza es aún mayor que la torpeza, voy a dedicarle un tiempo a hacer ligeras modificaciones a la plantilla y lo más importante, actualizar el listado de enlaces e incluir los nuevos descubrimientos que he hecho últimamente en este mundo blog, y son muchos por fortuna. Decidir el momento no es casual; creo que ni los concursos ni los ranking son raseros para medir la calidad de un blog dado que en mi humilde opinión no existen blogs de mayor o menor calidad, sino blogs que nos interesan o no nos interesan. Hay que reconocer que los concursos y los ranking son medios excelentes para conocer blogs al margen de las posiciones, sobre todo en el momento en el que te das cuenta que puede que alguna bitácora personal del puesto un millón nos aporte algo que otra situada entre las diez primeras no lo haga, por su temática, diseño o por lo que sea. Todo es cuestión gustos, y para gustos blogs, que también los hay de colores.

Estos días los voy a dedicar a estos cambios y añadidos, estaré aquí, pero trabajando en las sombras por lo que es muy posible que no publique. Algo que además me vendrá bien para pensar en las próximas “chorradas”, y es que con este frío se me han congelado hasta las ideas. Si tenemos en cuenta que tengo la misma capacidad para síntesis que Ken Follett –con tres ejemplares de Los Pilares de La Tierra te haces una mesita de noche-, temo que lo que escriba pueda ser in leíble, más de lo que lo es ahora.

Aunque no juego al intercambio tampoco me importa incluir a todo aquel que quiera en el apartado de enlaces. Si así fuera no duden en comunicármelo en esta entrada o directamente en la de enlaces; a veces con estas cosas te llevas gratas sorpresas.

Ya que están aquí, si gustan, pueden leer ésto para no marcharse con la sensación de haber perdido el tiempo del todo. Es aleatorio así que puede salir cualquier cosa.

Muchas gracias a todos.

25 de noviembre de 2008

Miserere

No es cuestión implícita que el respeto a no quitar nuestra propia vida acabe con la firme esperanza de perderla en tanto en cuanto la circunstancia nos obligue a desear nuestra propia muerte. Por ello acordame yo… perdón, es costumbre propia que cuando pienso en tiempos pasados uso un lenguaje anterior. Pues…me acuerdo de un avatar ocurrido en los primeros tiempos. De noble cuna es mi proceder, ya que sería el esbozo “cuatropelil” del vástago de un gentilhombre. De alta alcurnia mis aposentos ya que durmiera yo en el cajón de un escritorio posesión de aquel mozalbete, que, en sus incipientes pinceladas, dibujome, aunque con tres pelos, pero dibujome…vuelvo a hablar en antiguo otra vez.

Gran disgusto llevose el noble progenitor al comprobar la distracción que supuso para el muchacho el dibujarme; un entretenimiento inutil en el desempeño del obligado aprendizaje de la gramática. Si bien le agradezco que no quebrara aquella hoja de papel cuan árbol abatido por el viento, dado que, produciéndole cierto gracejo el muñecajo, y ya que el daño estaba hecho, conservárame en dicho legajo para borrón y secado de sus insignes plumas. Allí acomodado me hallaba entre lo que en el futuro serían valiosos pergaminos, legado de un tiempo pasado, cuando un mal día aquejome de un pavoroso dolor abdominal. Falsa creencia es la de pensar que un personaje dibujado en un papel ni siente ni padece. Si es sumamente aburrido estar confinado en un cajón a perpetuidad, imagínense lo que supone permanecer enfermo y encerrado en tal insigne prisión con la certeza que será hasta el fin de los tiempos. Lamentárame de haber sido creado, deseara un incendio, un infante al abrigo de un extravío que me desgarrara en mil pedazos. Aquél dolor imperturbable ocasionaba que mi imaginaria vida fuere una insoportable maldición, ya que el arte al igual que un vampiro, aunque malo, es inmortal. Mala cosa ser un borrón olvidado en épocas quijotescas.



Pasáranme los años sin alivio hasta que un bendito historiador encontrárame oculto bajo un montón de documentos de pingüe valor para la memoria. La humanidad evoluciona sin percibir los cambios; mientras vivimos tenemos la falsa percepción de que todo siempre sigue igual. No nos damos cuenta que las pequeñas e inadvertidas variaciones que vamos causando son las grandes diferencias entre los siglos pasados y futuros de nuestra historia. De ese modo mis compañeros de celda y yo éramos la evocación de los modos y costumbres de un momento olvidado; las pruebas incriminatorias de lo que somos y de dónde venimos para bien o para mal. Un atisbo de luz se cernió sobre este humilde y desdibujado servidor.

- Si, con total certeza…a ver, si. Claramente su merced padece “El Dolor del Miserere”. Lamentome, pero va a morir señor figurilla de tres pelos…-Vana era la sentencia de aquella ilustración de médico en un libro antidiluviano de anatomía -.

Aquel dolor del miserere, más conocido como apendicitis, hasta entonces, y muy a pesar mío, no podía matarme; pero los males son menos males en el paraíso. Tras siglos encerrado y pese a que el dolor permanecía, aquel lugar repleto de pergaminos y grabados era un gran parque de atracciones en el que el pasado y el presente se fundían para conformar la historia. Un lugar en el que descubrir que podía ser el monigote que cualquier otro niño hubiese dibujado con la misma facilidad con la que pierdo el acento medieval.





Una vez un señor me robo y me metió en un lugar en el que podía ver todo lo que quisiera y a su vez ser visto. Podía contemplar el pasado y las imperceptibles variaciones que cambian el futuro. Me arrancó de la hoja en la que jugaban un niño y su abuelo como el que arranca los secretos de unos papeles olvidados y doloridos en un vetusto escritorio para abandonarme en otro, pero esta vez con un fondo de cajón infinito.

Rehecho con goma de borrar y pincel gané un pelo y …aquel dolor había desaparecido.


Epílogo.

De bien nacidos es característica singular ser vehementemente agradecido. Si bien no perdonara justificadamente el haberme dibujado sin pene…ojo.

20 de noviembre de 2008

Incubare

Tanto trabajo y tan poco tiempo…

Demasiados dones concedidos desde el Cielo que deben ser corrompidos. Con sumo cuidado he de ir repartiendo trocitos de mi pútrido corazón entre los mortales que han sucumbido a la inefable prueba de la tentación. Siembra demonios menores entre el resto, ocultos, normales. Disfruto inventando los purulentos actos del ayer, de hoy, del mañana. Señalo con un símbolo de sangre a aquellos que no superan la prueba.

Hay tanto trabajo que hacer…

Me encomendé imponer el equilibrio desde el principio de los tiempos, romper el equilibrio entre el bien y el mal no es un trabajo sencillo. El relativamente fácil atraer al humano hasta el pecado, pero, por desgracia el bien se impone al caos. No hay suficientes asesinos y violadores como para inclinar la balanza, ruidosos, pero escasos. Los seres humanos tienen la bendita costumbre de decantarse por el bien…

Los auténticos enfermos no sirven. El que se sabe enfermo lucha y evita dejar florecer el mal en virtud de su dolencia. Solamente valen aquellos que están vacíos, que no tienen alma.

Estoy tan cansado…

Es costoso crear íncubos y súcubos que roben lo más intimo que posee el hombre, su intimidad sexual. Requiere mucho tiempo erigir demonios salidos directamente del averno. No están bien terminados, transpiran la maldad, se les ve llegar, no pueden mezclarse; aprende de tus errores para no volverlos a cometer…no vayas por ahí.

No mires el cuaderno de piel que recoge uno de tus mayores experimentos…mi mayor fracaso. Anotados en sus paginas guardo los detalles de la creación más aterradora. En cada uno de sus renglones el mas temible demonio jamás imaginado. Un ser concebido para robar la inocencia del más preciado tesoro humano, la inocencia infantil, tan perverso, tan oculto, tan normal, tan ligado a los humanos que es imposible diferenciarlos. Un ente que alberga inscrita en su corrompida alma la vejación, el abuso y la esencia misma del mal en la figura de la más vil de las violaciones, la de un niño. El incubare que se jacta de sus victorias ante otros demonios. Un ensayo que se me fue de las manos, la sombra que persigue a su creador.

Demasiado depravado hasta para el mismísimo Diablo…




NO A LA PORNOGRAFIA INFANTIL.


19 de noviembre de 2008

La plaza del Vínculo

Érase que se era una ciudad que en su concepción fue diseñada y construida para que sus ciudadanos y visitantes tuvieran una vida más fácil. Era una ciudad monumental, pero no monumental arquitectónicamente, sino pequeña y nueva, de edificios de reciente construcción y perfectamente catalogada y ordenada, cuya grandeza residía en conformar un lugar que albergara todo el conocimiento conocido. Sus constructores pensaron que conformar un espacio que recogiera lo mejor de cada casa, las excelencias de cada país y la sabiduría de sus más ilustres ciudadanos haría que los habitantes de esta nueva ciudad fueran más cultos, cabales y tolerantes.

En los albores de aquella pequeña gran ciudad los que allí vivían lo hacían felices y en continuo aprendizaje, todo era nuevo y espléndido, un descubrimiento diario, grandes lugares donde acudir. Un buen día sus habitantes se dieron cuenta que ya habían aprendido todo lo que este lugar les podía enseñar y paseaban sin saber qué hacer ni a dónde ir, tener todo el conocimiento del mundo vagando sin un rumbo que seguir ya no resultaba tan atractivo.

Todos los caminos conducían a Roma en aquella ciudad. Al Deambular sin motivación ni dirección se desembocaba en una plaza grande y céntrica, sin árboles, sin monumentos, casi sin construir. La gente se congregaba allí en silencio, no había nada que decir porque lo contado ya había sido vivido por todos los que allí habitaban.

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Paso el tiempo, todo había sido dicho y las opiniones habían sido forjadas. La nueva y flamante ciudad con su plaza sin nombre ya no tenían nada que ofrecer a sus ciudadanos. Éstos empezaron a plantearse abandonar aquel lugar y se fueron marchando, primero de la plaza, y, luego de la ciudad, poco a poco, despacio, como el que se marcha por culpa de un amor desdeñado esperando que lo detengan en el último momento, resignados pero reticentes a abandonar.

De repente alguien gritó y aquellos habitantes hastiados de no ver saciada su necesidad de un conocimiento con consecuencia se giraron para ver lo que pasaba. Vieron como un hombre empezó a hablar a la gente. Subido en una caja de madera todos lo escuchaban atentos, intrigados; alguien se atrevía a expresar su visión sobre la vida, sus opiniones, sus inquietudes. A pocos metros una mujer se alzó en otra caja de madera y también comenzó a hablar. Una extraña excitación envolvió a todos. Algunos era capaz de ofrecer nuevo contenido a aquella ciudad que se encaminaba vertiginosamente a convertirse en el vestigio de una antigua civilización. En lo que parecía la muestra decadente y decrépita de una nueva metrópoli romana de finales del siglo XX, alguien se dio cuenta que podía aportar algo para evitar que aquella prometedora ciudad muriera.

Se multiplicaron las cajas de madera donde se narraban bonitas historias, mantenían a los demás al tanto de las últimas tendencias, cine, literatura, informaban sobre lo que pasaba en el mundo desde su particular punto de vista, con espíritu independiente, sin coacciones, sin partidismos. Algunos podían estar de acuerdo, otros no, pero todos eran libres. A aquel espacio se le llamó La Plaza del Vínculo. En poco tiempo las voces que allí se elevaban llegaron a todos los rincones de aquella renovada ciudad. Muchos fueron llegando a la Plaza desde todos los rincones y una gran afluencia de espectadores pasivos se congregaba a diario para escapar del punto de vista encorsetado y vetusto al que hasta ahora estaban acostumbrados. Era una ciudad frenética que imponía cambios a velocidades de vértigo, tanto que los pocos meses las cajas de madera fueron sustituidas por pedestales de hormigón y mármol y a los nuevos iconos de la información los denominaron “Generadores Urbanos de la Razón Umana”, humana sin “h”, porque tal era su influencia que hasta cuestionar la importancia de la ortografía era factible. La muchedumbre los seguía y sus nombres fueron relevantes incluso fuera de una ciudad que hasta la fecha era hermética y distante.

Los “Generadores” eran personas como las demás pero con el inestimable don de ser escuchados y tenidos en cuenta por el resto. La condición humana, con “h”, es invariable en cualquier parte del mundo, y, como en cualquier parte, la condición de los “Generadores” no distaba mucho de cualquiera que observa como de un día para otro deja de ser un personaje anónimo y se convierte en una celebridad, en minúscula, pero celebridad en lo que ellos consideraban el nuevo “Orden”; como cualquier político asentado en el poder muchos pensaban que su palabra era ley y verdad irrefutable y sus alocuciones empezaron a dedicarse en exclusiva a ensalzar al “Orden” y a ensalzarse ellos mismos.

Un buen día mientras un “Generador” disertaba sobre la decadencia de la civilización occidental, como casi todos los días, una chica saciada de la clase magistral impartida una y otra vez empezó a hablar con la persona que tenía al lado. Era una conversación sin relevancia especial, podríamos decir que casi hablaban del tiempo. La gente alimentada por el hartazgo que inyecta siempre la misma alegoría comenzó a escuchar lo que aquella chica decía. Casi sin querer unos y otros conversaban con los que estaban próximos a ellos y se generaron pequeños grupos al margen del “Generador”. Día tras día las personas que antes se reunían en la Plaza del Vínculo para ser aleccionados formaban comunidades de mayor o menor tamaño en el que compartían intereses y opiniones, saltaban de una comunidad a otra y, de vez en cuando, se detenían a escuchar lo que el “Generador Urbano de la Razón Umana” tenía que decir aquel día. Esta circunstancia disgustaba sobremanera a la mayoría de los “Generadores” dado que ellos cedían parte de la trascendencia ganada en virtud de la opinión global y temían que aquello era el principio del fin de la Plaza del Vínculo.


metamorfosis.

(Del lat. metamorphōsis, y este del gr. μεταμόρφωσις, transformación).
1. f. Transformación de algo en otra cosa.
2. f. Mudanza que hace alguien o algo de un estado a otro, como de la avaricia a la liberalidad o de la pobreza a la riqueza.
3. f. Zool. Cambio que experimentan muchos animales durante su desarrollo, y que se manifiesta no solo en la variación de forma, sino también en las funciones y en el género de vida.

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La transformación fue óbice para que muchos “Generadores” abandonaran; qué sentido tenía hablar si ya no iban a ser escuchados con la atención con la que la gente lo hacía antes, su ego fue asaltado. Para otros aquello era una buena idea y se unieron y apoyaron aquel nuevo Orden en el que todos creaban y todos participaban.

Sentado en su pedestal un “Generador” se lamentaba de la destrucción de la Plaza, que aquello no era lo que habían creado, que…

- Solo tienes que encontrar dentro de ti algo nuevo que contarnos y te escucharemos –replicó un muchacho que se había detenido a oír sus sollozos-.

- Pero esto ya no es lo que era, todos opinan y tienen un lugar; ya no es lo mismo.

- Claro que es lo mismo, pero aún mejor…

- ¿Seguro? –dudaba el “Generador”-

- No lo sé con certeza y no te creas nada de lo que te diga. Yo no soy más que un simple “cuentacuentos”.

17 de noviembre de 2008

Feliciano_88

Nacido para matar como papá le enseñó, igualito que papi. Tan valiente como para imponer su intolerancia sin discusión en virtud de un nombre de guerra. Que fácil es ser valiente y pendenciero escondido tras un pseudónimo para denigrar a todo lo que huela a “rojo”, Feliciano_88. Nacido para ser un fascista, igualito que papi. El 88 es el número, la insignia, el año de nacimiento; el 88.El 88 es Dios y Patria, hasta que la muerte lo separe de un fanatismo déspota hacia lo que considera el camino desviado; hasta que la muerte le enseñe que no es mejor ni peor que lo demás, todos vivimos y todos morimos, iguales. Dios y Patria a sangre y fuego. Nacido para matar porque su patria pura no caben monos, moros ni maricones. En su falsa patria blanca no ha sitio para sudacas ni amarillos, por eso acosa y ataca.

El racismo no existe. Solo existe el miedo. El desasosiego que aterra a aquellos que piensan que el de fuera viene a quitarles lo que es suyo. A Feliciano_88 le asusta que suban al autobús, que compren en su tienda, que trabajen con él. Le asusta la cotidianidad de todo aquello que considera invertido. Le dá miedo la normalidad, igualito que a papá. Su intolerancia es únicamente un terrible e incomprensible miedo a lo desconocido. Feliciano_88 es un cobarde porque usa la violencia cuando le contradicen, porque ataca lo que no comprende. Feliciano_88 solo cree en una verdad sin sentido, obtusa, y, tiene miedo, mucho miedo…

11 de noviembre de 2008

Historias del grano de arena. # 17. Terrores foráneos

La chica del póster me miraba fijamente a los ojos, parecía sonreír por culpa de la situación y no era para menos. Apoltronado en aquel inefable trono pagaba mi osadía –No abuséis de la Husacina y el Burčiak, no a todos les sienta bien- nuestra antipática guía ya nos lo advirtió; un consejo saltado a la torera, un acto de rebeldía del que tener que saldar cuentas en los servicios de aquel bar.
Para descubrir un país y sus gentes es esencial disfrutar de su gastronomía, y yo, había disfrutado demasiado. En aquella tesitura no dudé entrar en aquel bar lleno de gente. Allí pasaría desapercibido. Tenía que resolver el problema inicial, pero, como un perro en apuros que no duda en tirarse a la carretera si el peligro viene desde la acera, remediar aquel retortijón que amenazaba un desenlace vergonzoso se convirtió en la principal prioridad. Una vez solventada la contrariedad, me percaté de la complejidad que entrañaba disimular la inherente expansión de aquel nauseabundo olor y resolver la ausencia de papel higiénico en aquél servicio de Bratislava. Era un contratiempo de lo más inquietante: -No pasa nada –pensé- usaré mi ropa interior y la dejaré en una esquina. Después le pediré al camarero una bolsa de plástico y asunto solucionado. Por una vez no me habían traicionado los nervios, no sabía como iba a entenderme con él pero el plan de acción estaba claro, y, aunque necesitaba una ducha, aquel remiendo era la mejor y única opción.

La sugestión es traicionera a veces, genera conflictos en la percepción cuando los momentos son difíciles. La chica del póster parecía ahora reírse a carcajadas cuando comprobé que en el inodoro no había agua que resolviera, o al menos aliviara, aquella hecatombe. Si bien queda el consuelo de no ser del todo responsable, ya que no era culpable que por la ausencia de agua aquel w.c. pareciese la entrada del mismísimo infierno, es inevitable sentirse avergonzado por ser el causante directo de aquel desaguisado. Hablando se entiende la gente, “the shit happens” dicen los americanos, seguro que los eslovacos tienen frases similares para estas cosas.
Quizás sea cosa mía, quizás sea esa extraña sensación de sentirte regañado cuando te hablan en ciertos idiomas, quizás que diez personas empiecen a recriminarte al salir del baño, la verdad es que no sentí pasar desapercibido. Coaccionado ante aquel panorama solo pude agachar la cabeza y dirigirme al camarero del bar para intentar explicarle las molestias ocasionadas. Es gratificante ver la luz al final del túnel, en esta ocasión la luz la proporcionaba la arisca guía de gesto agriado que esperaba en la barra del bar. Ella me ayudaría a explicarlo todo, estaba salvado, se arreglaría lo que sin lugar a dudas se convertiría en un desagradable malentendido.

De repente un escalofrío recorrió mi espalda. Con las prisas no me había percatado de un hecho estremecedor; el mobiliario del local era más falso que los libros de una tienda Ikea. Miré a mí alrededor y por fin reparé en las cámaras de cine. Los que creía clientes eran en realidad los miembros del equipo en una producción cinematográfica. Resolví el misterio de la ausencia de agua y de papel higiénico como el investigador que empieza encajar las piezas para dar con el asesino de una película de crímenes, y por algún azar del destino, sobre eso precisamente era de lo que trataba aquella.

La chica del póster se reía con fundamentos. Me había colado en un set de rodaje y había dejado un desagradable “regalo” en un de los decorados.

Sin importar las diferencias culturales y lingüísticas, el gesto realizado a la guía se entendía internacionalmente aunque ella se encogiera de hombros sin comprender que quería decirle. Teníamos que salir de allí inmediatamente. El director de la película le daba paso a la actriz para que entrara en aquel el baño postizo a fin de rodar la próxima escena. La guía no comprendía lo que ocurría cuando la cogí del brazo para escapar del local, nos dirigíamos hacía la puerta mientras ella profería exclamaciones de indignación por mi inexcusable comportamiento. Ellos son comedidos, eso lo empeoraba todo aún más.

Bajo el umbral de la puerta pudimos escuchar el desgarrador alarido de la actriz al contemplar aquel inodoro salido del mismísimo averno. Sin término de dudas, en aquella película de terror…el asesino andaba “suelto”.

5 de noviembre de 2008

Grita y llora

Grita muy fuerte, tan fuerte como puedas. Grita con el ímpetu con el que lo hacías ayer. Chilla con la rabia con la que lo hacías al encapricharte de un juguete. Llora como cuando no te otorgábamos la libertad de creerte “grande”. Te hiciste mayor de repente, prematuro, sin merecerlo, sin que hubiese llegado la hora, creciste.

Grita hasta que la voz ya no se oiga y solo se escuche un quejido, agudo, sufrido, prolongado; aún así sigue gritando, más y más, tanto que pienses que te van a explotar los pulmones, tanto que sientas al corazón salir por la boca. Grita y …llora.

Llora y vuelve a empequeñecerte, pero llora. Se ha marchado y lo quieres, como me quieres a mí. Lo sé porque yo lo quise, casi tanto como te quiero a ti. Llora como el niño que eres; ya no necesitas ser mayor porque él ya no está aquí.



No sientas vergüenza. No te creas culpable. Cuando termines serás consciente de que papá ya se ha marchado, que no nos volverá a tocar, que no habrán más golpes. Grita fuerte, como lo hacía papá, tan malo como él; tras el grito y el llanto todo se habrá acabado y en calma, no volveremos a llorar.

Grita y llora mi niño…estaremos bien.

3 de noviembre de 2008

Cosas que nunca cambiarán

AÑO 2068


Desde hace tiempo intentamos cambiar las cosas. Nuestra sociedad, denigrada tantos años, está consiguiendo el respeto que merece de las demás comunidades que conforman este gran planeta que vela por nosotros en un universo tan infinito.

Se nos reconoce nuestra minuciosa organización y ya nadie piensa que está anclada en el pasado; se nos criticó tanto. Una monarquía liderada por una reina es siempre más justa y ecuánime, nosotras somos mucho más compasivas.

Durante todo este tiempo se ha sufrido mucho, a veces los tiempos han sido difíciles, a veces hemos desconfiado de nuestras reinas. No se pueden negar las dudas ante un sacrificio que cuesta muchas vidas cuando el resultado va a ser incierto. En ocasiones no puedes comprender por qué debes morir solamente para llamar la atención. Por desgracia nada es perfecto.

Vosotros jamás nos habéis comprendido, nos habéis visto siempre como una amenaza y siempre habéis pensado que nuestras agresiones eran gratuitas. Creísteis que os hacíamos daño por simple divertimento, nada más lejos de la realidad, cuando te sientes pequeña y frágil hay que ser muy valiente para defenderte aún sabiendo que es a costa de tu vida.

Al fin comprendisteis la complejidad de nuestros sistemas sociales, unos sistemas en los que no hay crisis económicas, en los que se distribuyen los recursos, en los que esos recursos estarán siempre ahí si vosotros los respetáis. Al fin comprendisteis que nosotras solas podemos controlar nuestro destino, que no necesitamos vuestra ayuda, solo vuestro respeto.

Nunca quisisteis ver nuestra riqueza cultural. La fiesta del Sol no es un azote, es solo una fiesta que nos tomamos con humor. Un sentido del humor que jamás creísteis que pudiésemos poseer.

Pero hay cosas que nunca cambiarán.

Para nosotras las abejas ese sentido del humor es uno de nuestros valores más sagrados. Para una sociedad como la nuestra tan dependiente del respeto humano, el humor es la evasión a los problemas, a la sequía, a la ausencia de flores, a la contaminación, a los plaguicidas. Durante miles de años nuestros dramas y nuestras comedias se ha ido sofisticando sobremanera. Pero esa sofisticación se ve mermada por esas cosas que nunca cambiaran. Jamás aprendimos a contar hasta cinco. No se pueden hacer rimas con el cuatro, y, puede que eso, nos lleve hasta la extinción. Cuando alguien dice el cuatro, la pesadumbre de no saber con qué rimar, nos mata, nos mata…nos mata.