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28 de junio de 2007

Centrocampista de corte defensivo

La gente se le quedaba mirando pero ninguno de los transeúntes que por allí circulaban se dignaba ni tan siquiera a preguntar si aquel hombre tumbado en la calle vestido de futbolista en realidad estaba enfermo o se encontraba mal. Y allí se hallaba, acostado en el suelo con los brazos cruzados, podría jurar que roncaba ligeramente. Alguno que otro se detenía al pasar a su lado y se les apreciaba cierta inquietud por su estado de salud, otros simplemente se reían al pasar, yo casi tropiezo con él.

- ¿Está usted bien?-pregunté por cortesía para sorpresa de los demás peatones-
- ¡Déjeme en paz! ¿Acaso no ve que me estoy concentrando para el partido? –contestó enojado mientras continuaba tirado en la acera-
- ¿Qué partido?-no puedo evitarlo, y sí, ya sé que la curiosidad mató al gato, pero también le enseñó un par de cosillas-
- ¡Brrrrrr!-me miró con desprecio-, pues el partido que está a punto de comenzar.

Miré a mí alrededor y no aprecié ambiente futbolero, la verdad.

- Mire usted señor entrometido, el partido va empezar en cinco minutos y cuando suene el silbato por aquí no va a pasar ni Dios –dijo con media sonrisa y mirada aviesa-
- ¿Es usted defensa central quizás?-pregunté, ya puestos-
- Pues no caballerete, soy centrocampista de corte defensivo…un destructor del juego contrario –esto último me lo dijo susurrando-
- Pues nada, suerte, y…que ganen –hay que se amables-
- ¡Váyase usted a la mierda!-me dio un corte que te cagas y nunca mejor dicho por la condición de su despedida. Me marche dejándolo allí-

Al principio no reparé en una circunstancia; aquél centrocampista defensivo se concentraba justo en la puerta de una entidad bancaria. Pensé que el buen señor se iba a dedicar a darle patadas a todo aquel que intentara entrar en el banco cuando comenzara “su” partido de futbol. Decidí dar la vuelta sin saber que iba a hacer si se hacía realidad aquella sospecha.

Por lo general somos bastante miedosos, para una circunstancia que presumiblemente se nos pueda ir de las manos o tenga visos de ser peligrosa acudimos a otros, en este caso a la policía. Los del banco habían llamado.
Al llegar al lugar el presunto futbolista se había levantado del suelo y un policía le pedía explicaciones, callado y con la cabeza baja lo escuchaba casi como si el agente fuese el entrenador. De repente el futbolista dio un brusco salto hacía atrás, con una especie de baile tribal y gesto amenazante comenzó a proferir/cantar una coplilla:

Kapa o Pango kia whakawhenua au i ahau!
Hī aue, hī!

Ko Aotearoa e ngunguru nei!

Au, au, aue hā!

Ko Kapa o Pango e ngunguru nei!

Au, au, aue hā!

I āhahā!

Ka tū te ihiihi

Ka tū te wanawana

Ki runga ki te rangi e tū iho nei, tū iho nei, hī!

Ponga rā!

Kapa o Pango, aue hī!

Ponga rā!

Kapa o Pango, aue hī, hā!


- Pero tío…¿Qué estás haciendo?-preguntó el sorprendido policía-
- ¿No lo ves? Esto es el baile de la lucha para la paliza que te voy a dar-contestó el pobre perturbado inconsciente de lo que se le venía encima-

Dadas las circunstancias desconozco si lo hizo bien o mal, pero el policía sacó la porra y empezó a darle con ella en el trasero mientras le decía a aquel desdichado: - ¿Ya no bailas?...si bailas, -y a cada porrazo- ¿lo ves?
La gente empezó a abuchear al policía por lo que creían un castigo excesivo. Le reprochaban que con una simple amenaza hubiese bastado para tranquilizar al loco. En vista de la reacción de aquel público espontáneo el agente dejó de pegarle y conminó al centrocampista de corte defensivo a marcharse. A favor del agente solo puedo decir que en realidad no le estaba golpeando con fuerza, pero la porra siempre “pica” y fue más la indignación por lo humillante de la situación para el perturbado que por la dureza del escarmiento.
El pobre hombre se marchaba calle arriba rascándose la cabeza -en una especie de estado de confusión- tanto como el trasero, mientras, lanzaba quejas alocadas al cielo por su mala suerte.

Paso un buen rato, lo volví a ver. A todo aquel con el que se encontraba le increpaba que lo habían expulsado del partido, que no le había hecho nada “aún” al delantero, que encima el entrenador le había pegado y todo ello por culpa del inocente transeúnte que tenía la mala fortuna de cruzarse con un malencarado y triste centrocampista de corte defensivo al que se le rompió la delgada línea que separa la cordura de la locura.

19 de junio de 2007

Historias del grano de arena. # 13. Aceras quebradas

Todo había cambiado. La ciudad se había transformado despacio, calle a calle, edificio a edificio, vecino a vecino. Al poco tiempo se había olvidado de como era antes. A veces tenemos que esforzarnos en recordar los tiempos en los que los caminos no tenían aceras, cuando apenas circulaban coches en aquellas las calzadas de tierra sin asfaltar mientras los niños jugaban al fútbol en ellas ajenos a un peligro que por aquel entonces era inexistente. Para Don Manuel los recuerdos de otro barrio, de otra gente y a la vez la misma, la memoria de todo lo vivido le hacía sentirse aún más viejo.

Para un pobre anciano era más fácil practicar su paseo matinal en la ciudad moderna, pero a él ya no le agradaba tanto. Aunque no tenía que preocuparse por los agujeros de la acera sin baldosas, para él ahora solo eran los márgenes de un río de vehículos de todo tipo y sus caminatas, la incesante búsqueda del puente que le brindaban los semáforos para así poder cruzar a la otra orilla de aquél torrente desbordado.

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Ni siquiera las personas eran las mismas. El barrio en el que siempre había vivido estaba poblado de caras desconocidas; incluso las conocidas se habían convertido en extrañas a fuerza de no devolver los saludos. Los amigos de siempre, en el barrio de siempre, estaban muertos o ya no podían salir de casa. Don Manuel paseaba solo entre los fantasmas de mirada perdida en aquella ciudad repleta.

Recordaba como si fuera ayer el día que instalaron aquellos bancos de hierro fundido en los que solía disfrutar de un descanso. Recordaba aquellas mañanas de verano en las que los jóvenes se citaban en ellos para divertirse en vacaciones. Los chicos que ahora los ocupan tienen distintos peinados, distinta ropa. Los jóvenes que ahora los ocupan no invitan a Don Manuel a sentarse un rato con ellos y así hacer un respiro en su paseo. No le preguntan por la salud de su esposa sin saber que al poco tiempo moriría. Entonces la medicina no era como la de ahora. Ahora se habría salvado y no habría importado si nadie se interesaba por su enfermedad.

Estos chavales despreocupados por el futuro se jactan de Don Manuel, le gritan: ¡Ahí va el leopardo veloz! En ocasiones alguno se levanta e imita los enmarañados movimientos de Don Manuel para complacencia de sus amigos. Estos jóvenes se ríen de la torpeza y de la lentitud fruto de la edad sin darse cuenta de que ellos algún día también serán viejos. A Don Manuel no le molesta que se rían de él, pero no puede evitar que le embargue una terrible tristeza.

Ahora Don Manuel yace en mitad de la carretera. Su ajado bastón reposa junto al bordillo tan quebrado como sus huesos. El puente no ha aguantado el tiempo suficiente y la corriente se lo ha llevado. Está consciente y permanece inmóvil, boca arriba, tal y como le ha indicado el servicio sanitario, de todos modos sabe que no podría hacerlo aunque quisiera. Atiende con obediencia a todo lo que le señalan mientras el estruendo de las bocinas ahoga el tronar de la sirena de una ambulancia que interrumpe el incesante tráfico. El taxista que lo ha atropellado murmura decenas de maldiciones por su mala suerte y los chicos del banco de acero fundido se mofan del conductor sin ni tan siquiera levantarse de su asiento mientras le señalan que va a pagar por el viejo como si fuera nuevo.

Está asustado, pero tranquilo. Tiene los ojos abiertos, casi no pestañea. Puede escuchar como unos se lamentan por su estado, como otros reprochan en voz alta que se permita que un anciano así camine sin compañía por la calle. En un instante el silencio lo inunda todo y Don Manuel mira el trocito de cielo que se escurre entre los edificios de nueva construcción. De repente se da cuenta de que el cielo sigue siendo tan azul como cuando era pequeño. Repara en la nube que lo atraviesa y recuerda que las nubes de su niñez eran del mismo algodón que brotaba en aquel prado en el que jugaba todas las primaveras y en el que ahora sólo hay para “brindarle nuestro mejor servicio” un gran centro comercial.

Respira placidamente y cierra los ojos. Mientras la camilla lo conduce a la ambulancia Don Manuel se marcha con el recuerdo de su familia, de sus amigos y con el consuelo de que ese cielo azul y sus nubes de algodón no han cambiado, que permanecen inalterables en aquel y suyo viejo barrio, mientras, la gente se dispersa, aquí ya no hay nada que ver en aquellas aceras, que aunque nuevas, poco a poco se van desquebrajando con el paso del tiempo.

12 de junio de 2007

Una isla perdida en la espalda de Jasconius

Los marineros suelen contar de aquel lugar que aparece majestuoso en el horizonte, quieto, plácido, como si siempre hubiese estado ahí. Desde la lejanía se aprecian dos imponentes montañas. Dos torres que custodian la isla y que parecen alertar de la proximidad de los aventureros que pretenden tomar tierra. En esa decisión los marinos comprueban impotentes como la aproximación a ella es estéril; San Borondón se presenta tan inalcanzable como el propio horizonte. De repente desaparece dejando como único rastro de su existencia la certeza de aquellos que hasta ese momento creían poder merecerla antes de que la isla vuelva a tomarse el privilegio de volver a evaporarse.

Encontrar un mundo perdido en un planeta en el que ya no queda casi nada por descubrir, es quizás uno de los misterios clasificados de “ciencias ocultas” con ciertas posibilidades de hacer ese sueño factible. Lejos del estereotipo legendario de territorio inexplorado en el que habitan animales mitológicos o antidiluvianos de grandes dimensiones y extrema ferocidad, en la actualidad se exploran, y encuentran, lugares en la tierra que por su aislamiento se hallan poblados de especies animales y vegetales, hasta ahora desconocidas, de excepcional interés científico y que aportan alguna que otra respuesta en cuestiones de biología evolutiva. Un ejemplo de esto último es el reciente descubrimiento en Nueva Guinea de docenas de nuevas especies o la espectacularidad de la fauna que habita en las profundidades oceánicas de las que, gracias a la tecnología, es posible su estudio actualmente. Asimismo, el deshielo de los polos a causa del cambio climático ha dado pie, tristemente, al hallazgo de nuevas especies en territorios antes cubiertos por una espesa capa de hielo y que hasta la fecha, dicha barrera ocultaba los secretos biológicos de estas latitudes septentrionales. Son hallazgos reales en mundos perdidos, pero muy alejados del habitual tyranosaurio que corre tras los aventureros exploradores de la prolífica ficción literaria y cinematográfica.

Pero existe un lugar que corre de boca en boca entre los marineros de medio mundo y que muchos aseguran haberlo visto. Una isla misteriosa protagonista en leyendas de monstruos marinos y sirenas que se oculta en el enigmático océano: San Borondón.

Situada entre las islas de La Palma, La Gomera y El Hierro en las Islas Canarias, su nombre proviene de San Brandán, patrón de los marineros. Según los datos históricos, este abad irlandés cumplió labores de evangelización en el Atlántico Norte en el siglo IV d.c. alcanzando incluso llegar a Groenlandia en sus viajes misioneros. Pero el mito cuenta que Brandán de Clonfert “el navegante”, emprendió un viaje épico en busca del Paraíso Terrenal. De este viaje, más próximo a las leyendas homéricas que a una travesía real, se afirma que San Brandán incluso llegó a pisar tierra en Terranova, que de ser cierto, lo convertirían en el primer europeo en llegar a America.
Uno de los lugares en los que hizo escala la expedición de Brandán fue la “isla de las ovejas” posteriormente bautizada como San Borondón y que, como cuenta la leyenda, empezó a moverse al hacer los navegantes fuego en su superficie en lo que descubrieron como una ballena gigante llamada Jasconius, el primer animal que pobló el mar y de ahí el mito de su movilidad.

Los supuestos avistamientos de San Borondón consiguieron que la leyenda de su existencia tomara fuerza entre los siglos XVI y XVIII. Muchas fueron las expediciones llevadas a cabo con el afán de encontrar la isla perdida e incluso llegó a aparecer su ubicación cartografiada en algunos mapas de la época. Esta búsqueda fue infructuosa hasta que en 1865 el naturalista escocés Edward Harvey afirma haber descubierto la isla misteriosa. Entre las pruebas de su hallazgo se hallaban varios daguerrotipos (precursor de la fotografía moderna) y dibujos de la excepcional fauna y flora allí observada, que si bien la autenticidad de estas pruebas es dudosa, no dejan de ser bastante curiosas.

Mito o realidad, San Borondón es una de esas leyendas que gracias a la cultura popular ha conseguido llegar hasta nuestros días como uno de esos misterios que, dejando de lado toda esa mitología fantástica que trae consigo, mantiene vivo el anhelo de paraísos inexplorados y conserva la percepción de nuestros antepasados de un mundo infinito del que jamás se podrán conocer todos sus secretos y en el que siempre haya enigmas que resolver.

Imágenes tomadas de la Wikipedia y de San Borondón: La Isla Descubierta (visita recomendada).

7 de junio de 2007

Lenta y cara

En una red de redes que aparenta simbolizar un nexo de unión entre países y culturas, se hace patente que el acceso a este medio tan universal presenta muchos contrastes. Probablemente si un japonés intentara conectarse a Internet en España tardaría poco en darse cuenta que navega con un flotador a precio de yate de lujo.

61 Mbps por segundo de velocidad media a 0,20 euros el megabyte/mes en Japón. Que cosas.

6 de junio de 2007

Músicas heterodoxas: System of a Down

System of a Down es banda tan singular como la procedencia de sus integrantes. Aunque californianos, sus orígenes son armenios. Esta circunstancia unida a la utilización de instrumentos tradicionales de la cultura centroeuropea, lo convierten en un grupo bastante heterodoxo.


System of a Down” fue su primer álbum de estudio. Publicado en 1998 las ventas no fueron acordes con el éxito radiofónico de sus singles, siendo el disco “Toxicity (2001)” el que marcara un punto de inflexión en la carrera de este grupo.

Se caracteriza por poseer un sonido muy potente pero con ciertos toques melódicos, junto con unas letras comprometidas políticamente, tuvieron su continuidad en el siguiente álbum, “Steal this Album (2002)”. Las connotaciones antibelicistas de algunas canciones abocaron en la controvertida decisión de retirar algunos de sus singles de las emisoras de radio comerciales. Se consideraron demasiado “polémicos” en un periodo en el que era el ataque a Irak era tema de debate y el comienzo de la guerra iba a ser inminente.


La consagración como banda la alcanzó con la edición del doble álbum “Mezmerize (2004)” e “Hypnotize (2005)”. Publicados por separado forman un trabajo continuado en el que la madurez de la banda, tanto en la producción como en la composición, se hace patente y que consigue que algunos de sus temas lleguen al un público poco acostumbrado a sonidos potentes.


Clasificados por algunos como un grupo de Nü-Metal, System of a Down se impregna de una identidad propia fuera de toda clasificación.

En la próxima entrega de Músicas heterodoxas: KoЯn.


4 de junio de 2007

Fabricando a Sarkozy

No es extraño que tras la victoria de Nicolás Sarkozy sus admiradores intenten encontrar el camino que llevó al conservador francés a convertirse en presidente de Francia. Y como no iba ser menos, su homónimo español, el señor Mariano, ha enviado a sus secuaces a copiar el programa electoral de don Nicolás a ver si a sí convence a los pobres españolitos, que hastiados políticamente, no saben que es lo tienen que votar en las próximas elecciones generales. A fin de llevar la lección bien aprendida los asesores de Rajoy trabajarán duramente y recopilarán apuntes de los maestros franceses en el arte de la demagogia. Porque ganar unas elecciones sin programa electoral tiene un gran mérito. A todo el mundo no le sale.

En un país como España en el que las grandes preocupaciones de sus ciudadanos son terrorismo, vivienda, seguridad e inmigración, para un Sarkozy cualquiera es relativamente sencillo captar votantes de entre el principal sujeto marginal en lo que a derechos se refiere de Europa. Decir lo que quiere oír al nativo caucásico/a de clase media, entre treinta y sesenta y cinco años, y que además es el que aporta el grueso de los impuestos de éstos países, es la clave de la victoria. Y es que algo tan habitual en estos mundos tan democráticamente occidentales y tan políticamente correctos como es la discriminación positiva acaba por minar la paciencia de la clase mayoritaria, la media, que ven mermados sus derechos y que además les supone un gran coste el hecho de que esto ocurra traspasando con creces lo meramente político y fustigando la dignidad colectiva.

¿Cómo se fabrica un Sarkozy?

La semana pasada fueron abandonados por sus padres en un polígono industrial dos niños de aproximadamente diez meses el menor y unos dieciocho meses el mayor. Tras avisar a la policía, estos se hacen cargo de los niños y tras las primeras investigaciones determinan que los bebes son de padres españoles. Cuando los acompañan a los servicios sociales, éstos últimos le comunican que todos los centros públicos están al completo y que no pueden hacerse cargo de ellos, pero confiesan que el mayor problema es que son españoles. Si los bebes fuesen hijos de inmigrantes, en concreto de origen musulmán o subsahariano, no les hubiera quedado más remedio que acogerlos de pleno derecho dado que no cabe la posibilidad de permitir que se cree una controversia pública al no hacerse cargo de ellos.
Actualmente se hallan en un centro privado de enseñanza que los ha recogido sin cargo el tiempo que sea necesario, siendo las personas que los encontraron los que costean la comida y la ropa sin tan siquiera tener la posibilidad de acogerlos en sus casas por lo ilícito del amparo de unos bebes abandonados sin el correspondiente papeleo. Siempre pagan los inocentes, porque lo que no es justo es recriminable, y si bien es cierto que los inmigrantes en la mayoría de los casos vienen en condiciones muy precarias, dos niños abandonados son dos niños abandonados y no importa su nacionalidad o raza.

Tristemente, circunstancias como ésta allanan el camino a los conservadores radicales para proclamar su propaganda ultraderechista y ser escuchados por los votantes cansados ya de no encontrar alternativas políticas medianamente aceptables.

¿Será Rajoy el fascinador de masas que les diga a los ciudadanos lo que quieren?... ¿Tendrá que venir el propio Sarkozy a hacerlo?...Sinceramente, miedo me da ocurra lo que ocurra.