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31 de diciembre de 2006

Un pequeño balance

Quisiera comenzar disculpándome por la aparente poca atención prestada por el autor estos últimos días, tanto por la ausencia de entradas así como por no contestar en los comentarios. La conjunción fiestas navideñas junto con un sensible aumento de las obligaciones laborales, obligan a que, muy a mi pesar, no pueda colaborar activamente tanto aquí como en las bitácoras que visito habitualmente a las que denomino cariñosamente como mi pequeña blogosfera. Si bien no me he prodigado en los comentarios les aseguro que las visitas han sido casi diarias, les he seguido con avidez aunque fugazmente y dado el poco tiempo dispuesto me fastidia en sobremanera no poder dejar comentarios por lo que os pido perdón.

Esta humilde bitácora ha cumplido seis meses y aunque es joven, este autor ha observado que evoluciona como todo en esta vida. Básicamente este pequeño balance consiste en preguntarles a los visitantes que conocen este lugar desde el principio qué cosas han cambiado a peor y cuales a mejor. Si echan de menos temas de los que se hablaban antes con más asiduidad o si por el contrario ha ganado el hecho que los relatos propios y las tonterías varias hayan cobrado más protagonismo. Su opinión es muy importarte, lo único importante.

Un magnifico autor de los componen el grandísimo equipo de uno de los blog, en mi modesta opinión, más importantes en la blogosfera hispana como es el pito doble, me ha propuesto un meme que creo que en estas fechas todos deberíamos realizar. Siguiendo la invitación del gran Quatermain mis propósitos para el incierto año que se nos presenta debo confesar que no son para mí. Como se dice popularmente el que suscribe desea que “Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy” y para el resto, incluyéndome, que cuidemos un poco más nuestra casa como es este planeta. Deberíamos hacer todos un pequeño esfuerzo en no matarlo como lo estamos haciendo, vivir en simbiosis con él y no ser parásitos como hasta ahora, porque aunque nos pese la Tierra es el único hogar que tenemos.

Como siempre le paso el meme a todo aquel que le apetezca y aunque es más atípico que los demás, siempre viene bien hacer un poquito de reflexión para el año que se avecina.

27 de diciembre de 2006

Blanca Navidad

La Navidad es un asco, le dijo una vez un niño a su padre.

- ¿Por qué dices eso hijo mío? Le preguntó intrigado.
- Mira, antes de comenzar las fiestas la cosa empieza a torcerse. Ya en el colegio, días antes de la celebración previa a las vacaciones los profesores se enfrentan entre ellos. Unos están a favor de una fiesta que conmemore la Navidad, otros dicen que en virtud de algo que llaman laicismo se deben celebrar las vacaciones propiamente dichas.
- Pues sí que empiezan mal, corroboró el padre interesado.
- Después llegan los del AMPA…
- ¿Los del hampa? ¿La mafia en el colegio?...interrumpió el adulto con tintes irónicos.
- No hombre, el A.M.P.A, la “Asociación de Madres y Padres de Alumnos y Alumnas”, le explicó el niño consideradamente.
- Pues me falta una “A” de Alumnas, cuestionó el padre.
- Es que ellos dicen que con dos “A” lo de AMPA suena muy mal.
- Ah, vale, vamos que lo de Hampa suena muy bien. Pues anda que lo de “Madres y Padres de Alumnos y Alumnas” no queda a la zaga lo bien que suena, continuó el padre ironizando.
- Y yo que sé papa, si solo soy un niño, increpó el chaval queriendo zanjar el asunto.
- Papa, los del AMPA, que tampoco están de acuerdo entre ellos, discuten con los profesores. Todos dicen lo mismo y ninguno se entiende entre sí. Vamos, un despropósito, explicaba el niño gesticulando con ademanes de adulto.
- Después resulta que la fiesta es muy aburrida porque la mitad de mis amigos no van. Hassan dice que su familia hace una fiesta con un cordero o algo así. Yuan que si sus padres dicen que ellos no quieren saber nada de Jesucristo y así la mitad de la clase. La fiesta es para llorar.
- Pues tienes razón hijo, le contestó el padre compresivo.
- Es que no lo entiendo papa, porque los padres de Hassan podrían haber llevado el famoso cordero, los de Yuan enseñarnos como celebran ellos sus fiestas y las juntamos todas ¿verdad? ¿No sería más razonable que los demás aporten rasgos de su cultura para enriquecernos mejor que eliminar la Navidad?
- Mirándolo desde ese punto de vista no es mala idea, dijo el padre sorprendido de las reflexiones del niño.

- Y de la cena de Nochebuena mejor no hablar. Preparáis una cantidad de comida tan exagerada que al final sobra tanta que estamos dos días comiendo lo mismo. Además, es una comida que no me gusta; demasiados canapés, la carne que está fría con la salsa tan malísima y el marisco me repugna, parece que está vivo puaj…
- No digas eso hijo, la comida está buena y cuesta muy cara…
- Pues me sigues dando la razón, dos huevos fritos con patatas, riquísimo y barato, ñam ñam, contestó el niño relamiéndose.
- Después me quiero ir a dormir y no puedo, os ponéis a cantar villancicos toooooda la noche, siempre los mismos una y otra vez, ¡uf!. A la mañana siguiente mama y tú os levantáis enfadados porque yo despierto temprano, quiero desayunar y vosotros queréis seguir durmiendo. Por cierto, ¿Qué es eso de la resaca? ¿eso no era lo que hay en la playa cuando no me dejáis bañarme?...
- No hijo, eso es otra cosa, respondió el padre avergonzado.
- Para colmo yo le he escrito la carta a los Reyes Magos como vosotros me habéis dicho; pero resulta que en colegio me entero que hay niños que se la han mandado a Papa Noel. Ellos tienen sus regalos el veinticinco y yo tengo que esperar hasta el penúltimo día de las vacaciones. Es injusto, es muy injusto, dijo el niño indignado.
- Es que hijo, según nuestra tradición, a nosotros nos traen los regalos los Reyes Magos siguiendo los acontecimientos ocurridos en el nacimiento de Jesús hace dos mil años.
- Pues mira papa, o el gordinflón se pone de acuerdo con los Reyes o yo le escribo el año que viene la carta a él, y si tienen ya mucho trabajo, pues que se fastidie por un niño más no va a pasar nada, resolvió el chaval enérgicamente.
- Lo que yo te diga, estás fiestas están muy mal organizadas…
- Pero es un periodo de amor y paz entre los hombres de buena voluntad y tal…interrumpió el padre intentando ser conciliador.
- El tráfico es insoportable, los centros comerciales y las tiendas llenas de gente estresada y malhumorada. ¿Qué pintan tantos adultos en las tiendas de juguetes?¿o acaso no se dan cuenta que los juguetes son para los niños, no para ellos?, le preguntaba al padre con gesto de no comprender nada.

Tras las explicaciones del niño, el padre miró al muchacho y rindiéndose ante sus razonamientos le dijo:

- Hijo mío, tienes razón, la Navidad realmente es un asco.





20 de diciembre de 2006

Caperucita ¿feroz?

Algunos mal pensantes apuntan que en este cuento los sucesos no ocurrieron como tal y como se han narrado. Los amantes de la conspiración aseguran que el gran lobo feroz no se lanzó al río huyendo agónico del aliento del noble cazador. Que su final fue fruto de la traición y la amargura, que las piedras de su vientre que lo hundieron fueron las que ocasiona el desamor.

Relatan que una caperucita libre y feroz usaba eficazmente la coacción para mantener domesticado a la salvaje fiera. Incluso hay quién asevera que fue ella la que le tendió la mano cuando el lobo quiso aplicar el instinto natural de huir de los humanos. Se dice que viajaron juntos a muchos lugares y que su triste celda era una gran casa con muchas ventanas sin rejas.

Muerto el lobo y libre de su cautiverio nos cuenta sonriente los escabrosos pormenores del maltrato y la opresión que practicaba la voraz alimaña y que nunca le fue concedida la más mínima ocasión de intentar escapar.

En esta versión de la fábula sin abuelitas ni cazadores ¿Cuánto hay de cierto y cuánto de burdas mentiras?...¿Son las dudas tan razonables como para que esta historia sea descabelladamente inquietante?...¿O es simple sensacionalismo?

La sabiduría popular indica que no es oro todo lo que reluce y aunque probablemente nunca se conozca toda la verdad…¿Cuál de los personajes creen ustedes que es en realidad el lobo feroz de este cuento?

18 de diciembre de 2006

“El Obispo” principal sospechoso

En el cotidiano deambular por esta santa blogosfera nos vamos encontrando con blogs de todo tipo y condición. Algunos autores nos hacen reír, otros nos adentran en la actualidad desde su punto de vista crítico, hay quien nos enseña lo último en tecnología e Internet pero la gran mayoría de las bitácoras son de carácter personal en la muchos suplen esa necesidad de tener algo que decir y poseer un espacio en el que poder contarlo. En esta categoría nos encontramos a gente de todo tipo y en innumerables ocasiones se establecen lazos de afecto y, porque no decirlo, amistad.

¿Qué pensarían si se enterarán qué aquel tipo tan simpático con el que cruzan comentarios en sus respectivos blogs es un asesino en serie?


Tom Stephens de 37 años es el principal sospecho del asesinato de cinco prostitutas en la ciudad inglesa de Ipswich. El presunto autor de los crímenes usaba en su blog el sobrenombre de The bishop (El obispo) en su espacio de myspace, del que no se ha facilitado la dirección electrónica. De su página se han obtenido las fotografías que se han difundido por los medios de comunicación del supuesto asesino en serie. Dichas fotografías nos muestran un tipo aparentemente agradable y que según cuentan las noticias está divorciado y usa este vehículo para mostrar a la gente algo de sí mismo. Tras el interrogatorio ha confesado que conocía a todas las chicas asesinadas y sus vecinos afirman que se comportaba de modo extraño.

¿Somos de fiar la gente que nos movemos por la blogosfera?... Según algunos yo me comporto de forma extraña ¿Podré confiar en el raro de cuatropelos?...¿Vale todo a fin de aumentar el número de visitas? ¿Podrá “El Obispo” contestar a los comentarios de sus lectores desde la cárcel?...

Dejando de lado las necedades de mal gusto, al menos hoy muchas mujeres de Ipswich, condado de Suffolk (UK) podrán salir tranquilas a la calle sin el temor de pensar que uno de sus clientes es el que la va a matar esta noche.

13 de diciembre de 2006

Historias del grano de arena # 7. Fashion victims

La conducta humana es a veces sumamente insólita. Si lo analizamos de forma objetiva el hecho de utilizar determinado tipo de vestimenta según requiera la ocasión se podría considerar un comportamiento bastante abstracto, ello por no decir en cierto modo absurdo.
En teoría la ropa se concibió como un elemento puramente funcional, básicamente para protegernos del frío; pero es una constante desde los albores de la civilización la costumbre de adornarnos y embellecernos según los criterios estéticos de cada época y cada cultura. Poseemos indumentarias para hacer deporte o estar cómodos, atavíos para usos cotidianos, uniformes que determinen la pertenencia a un colectivo o empresa e incluso prendas especialmente diseñadas para dormir, porque debemos ir elegantes hasta en el lecho y si es acorde con las últimas tendencias aún mejor.
En la cúspide de nuestro afán por engalanarnos nos enfrentamos a grandes retos, acontecimientos en los que nuestra estética habitual es inapropiada. Actos en los que los presentes debemos seguir unos cánones estéticos determinados por una esencia que va más allá de todas las modas, algo denominado etiqueta. En esta categoría el máximo exponente, el evento de los eventos, son las bodas.
En las bodas no solo debemos cuidar al detalle nuestro vestuario, sino que es fundamental un peinado apropiado y en el caso de las mujeres un maquillaje acorde con la solemnidad del acto. En el supuesto de un personaje ficticio, como es mi caso, el hecho de ser invitado a un enlace puede suponer un grave problema. En primer lugar qué atuendo ponerme, dado que siempre voy desnudo, y en segundo lugar, pero no menos espinoso, qué hacer con el peinado, dado que solo tengo cuatro pelos.
Pues en esa tesitura me vi envuelto en cierta ocasión, la invitación a una boda, un boleto premiado para más de un dolor de cabeza. Porque no crean que es fácil encontrar una indumentaria que convine con alguien más bien cabezón y de color azul, pero al final fue el menor de los problemas. Aunque me decanté en un principio por un insigne traje negro la señora de la tienda me recomendó todo lo contrario. Decidimos que mejor el blanco puesto que, según ella, acentuaba el color de mis ojos y me hacía resultar más aparente dado que soy un tanto delgaducho. Una corbata rosa completaba el conjunto por aquello de dar un toque informal.
El asunto del traje estaba resuelto, ahora quedaba el cabello, un tema peliagudo. Afortunadamente una amiga mía es propietaria de una peluquería y hacia allí me dirigí.

- ¿Qué hacemos con estos cuatro pelos, ídem?, me preguntó un poco apurada.
- Pues no sé si es apropiado, pero había pensado en un recogido, le dije con ciertas dudas.
- ¿Un recogido?...bueno, veremos lo que podemos hacer, me contestó resignada y comenzó con la tarea.

La peluquera estaba haciendo todos los malabares capilares que sabía para poder sacar algo en claro cuando sentí un ligero tirón.

- ¡Ay cuatropelos!, que sin querer te he arrancado uno, me exclamó angustiada.
- ¡Rayos y centellas! ¿Cómo ha podido ocurrir?, le grité en un arrebato. Ella me miraba avergonzada.
- No te preocupes mujer, demasiado. Es muy complicado trabajar con estos pelos, le dije sin darle mayor importancia al asunto, en el fondo ella no tenía la culpa de que yo tuviera cuatro pelos.
- Bueno, ¿y ahora que hacemos con estos tres cabellos?, me preguntó suspirando.
- Podrías hacerme una trenza, la ocurrencia me pareció brillante.
- Podemos intentarlo, comenzó decidida con la tarea.

Con cara de concentración y una paciencia infinita, incluso bizqueaba, cogía los pelos con la punta de los dedos y los trenzaba con cuidado. Casi había terminado cuando de nuevo me arrancó otro pelo sin querer.

- ¡Hala!, otro pelo, me dijo en voz baja por si me enfadada.
- Ya me he dado cuenta, le manifesté sin alterarme, ya crecerá, que le vamos a hacer.
- ¿Y ahora qué? Solo te quedan dos pelos.
- Hazme dos colas, le contesté con seguridad.

Y se puso manos a la obra, pero en esta ocasión a las primeras de cambio se quedó con otro pelo entre sus manos.

- Cuatropelos, ¿Qué hacemos?, su cara era de circunstancia.
- Hmmm, no te preocupes, iré a la boda con el pelo suelto. Le di las gracias y me marché resignado pero feliz.

Me presenté en la boda perfectamente trajeado y perfumado, con mi “pelo” limpio y recién peinado, pero para mi sorpresa resultó ser una boda por el rito Zulú, porque si no lo sabían es de lo más “cool”. Todos iban casi desnudos con taparrabos de leopardo y sombreros con plumas. Cuando algún invitado me veía, se paraba a mirarme y parecía pensar…ya está el típico impresentable que le gusta llamar la atención…me pase toda la celebración disimulando que no me daba cuenta.

Aquella tarde me confirmó lo subjetivo que es ir bien vestido. Después de todos los esfuerzos que había realizado por ir de acuerdo con los cánones establecidos, incluyendo las bajas de los tres pelos caídos en combate, al final el resultado fue que no iba del modo apropiado y criticado por ir excesivamente distinguido; ciertamente resulto ser una revelación bastante extravagante e inquietante, un error por presentarme correctamente vestido.
Si quieren que les diga la verdad, no me importó lo más mínimo. Al mirarme al espejo veía que con el traje blanco y el “pelo” al viento me percibía muy elegante y favorecido que en el fondo es lo más importante, sentirnos bien sin vernos obligados a ser borregos al amparo de las dictaduras estéticas. Y es que el que no se consuela es porque no quiere.

10 de diciembre de 2006

¿Divino tesoro?

Érase una vez un niño ciego que un buen día al despertar se dio cuenta que podía ver. Entre la penumbra apenas podía distinguir los muebles de su habitación, pero algo desconocido para él se escurría entre las cortinas. Las descorrió tan rápidamente que el inmenso torrente de luz de la mañana le hizo dar un salto hacía atrás. Le resultó paradójico que el sol pudiera brillar tanto como para volverlo a cegar momentáneamente.
A los pocos segundos ya se había recuperado del súbito encontronazo lumínico y a su izquierda pudo contemplar como su hermano pequeño dormía en la cama que se ubicaba junto a la suya. En su universo nebuloso imaginaba la habitación más grande y espaciosa.
Se quedó un buen rato mirando la placidez que desprendía el bebé al dormir. Transmitía una paz que lo llenó de gozo, oía todas las noches su respiración, pero el semblante del niño era la expresión de la tranquilidad, el niño representaba algo parecido a la felicidad.
A continuación fue a la habitación de sus padres y allí pudo comprobar que su madre era tan bella como siempre había pensado, acarició su pelo con ternura y le dio un dulce beso. Su padre le confirmó por qué nunca le obedecían en sus intentos por imponer disciplina. Aunque nunca pudo verlo, su aspecto afable revelaba el motivo de sus infructuosas tentativas de imponer su criterio; cuando se enfada nadie lo tomaba en serio y al final acababan todos riendo.
La inquietud por la nueva situación lo llevo a la sala de estar. Durante un rato lo estuvo mirando todo y sin poder evitarlo terminó por encender el televisor. Necesitaba comprobar como eran esos dibujos animados que durante tantas horas sólo había escuchado concienzudamente.
Buscando a los héroes de sus series favoritas solo podía encontrar noticieros, en ellos vio sobrecogido una ciudad en un país de África en la que cientos de niños morían diariamente por culpa de las enfermedades y la falta de comida. Aterrado cambio de canal y vio como las bombas habían matado a decenas de personas en una guerra de un país que ni siquiera sabía que existía; mostraban imágenes de cadáveres mutilados y ríos de sangre calle abajo. Con lágrimas en los ojos contempló impotente como un huracán arrasaba comarcas enteras, matando a miles y dejando a tantas familias sin nada, perdiendo sus hogares y toda forma de subsistencia. Los medios de comunicación lo achacaban al cambio climático, estábamos destruyendo el planeta y no hacíamos nada por impedirlo.


Ya no podía soportarlo más y corrió a su habitación. Tumbado en la cama estuvo llorando sin cesar hasta que se durmió agotado.

- ¿Qué te ocurre cariño?, oyó la voz tranquilizadora de su madre.

Se incorporó y se dio cuenta que ya no podía ver, que todo había sido un sueño.

- Te he oído llorar amor, ¿acaso has tenido una pesadilla?, le preguntó su madre con cariño.

El niño ciego le contó a su madre entre sollozos lo que había soñado. Le narró lo de los niños enfermos con todo lujo de detalles. Le intentó explicar lo que había sentido al ver la sangre de los muertos que provocaba un ataque con misiles y con gestos intentó hacerla comprender como el viento y el agua hacía añicos las humildes casas de madera de una localidad costera caribeña.

- Siento mucho que hayas tenido esa pesadilla cariño, le dijo su madre melancólicamente.
- Pero, ¿es real lo que he soñado?, ¿es el mundo así de terrible?, le suplicó una respuesta.
- Si hijo, el mundo es así de aterrador, le contestó acariciándole la mejilla con ternura.
- Pues…yo si que lo lamento por vosotros, dijo el niño apesadumbrado.
- ¿Por qué amor?, le preguntó su madre.
- Porque yo ahora volveré a dormir y cuando despierte no recordaré este sueño tan sombrío. Al despertar los pobres volverán a ser personas que no tienen dinero para comprar las zapatillas deportivas de última moda o ese video juego que tanto anuncian por la tele. Las guerras volverán a ser batallas con espadas de madera en la que el ganador conquista una bandera situada en una colina, y la contaminación será unos señores gordos que fuman puros como en las tiras cómicas que me describe papá. El mundo volverá a ser como siempre me lo he imaginado, oscuro pero amable.

Su madre no pudo reprimir las lágrimas y entre sollozos le dio en la frente un dulce beso mientras lo abrazaba con fuerza.

- No te preocupes por mí mamá. Yo si que me preocupo por vosotros por poseer todo el tiempo del don que a mí me ha sido concedido por un instante. Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y, sinceramente, ahora me alegro de no poseer el sentido de la vista. Seguiré disfrutando de la música y del tacto de tu piel, mamá. Del dulce olor de mí pequeño hermanito y del maravilloso olor de tus galletas de chocolate, pero no echaré de menos poder ver.
- Lo lamento hijo.
- Yo si que lo siento mamá.